El anabaptismo fue un movimiento religioso que surgió con las reformas protestantes del siglo XVI, inspirado en las ideas de Martin Lutero, que fueron desarrolladas contra el poder religioso, social y político de la iglesia católica. El nombre fue dado como un resultado de los bautizados de anabaptistas que ocurre en la fase adulta, escogiendo conscientemente entregarse a la religión cristiana, en oposición al ritual católico, por ejemplo, en que el bautismo es realizado con recién nacidos. Entre los predicadores anabaptistas que destacaron se encuentran Thomas Münzer, Conrad Grebel, Felix Manz, John Gilbert y Nicolás Storch.
El anabaptismo se desarrolló en diversas partes del mundo, a iniciando en regiones de la actual Alemania y de Suiza, llegando luego a Polonia, Rusia, Hungría y Estados Unidos en el siglo XIX, de donde pasó a denominarse menonitas. El anabatismo no fue un movimiento religioso unificado, pero hubo características comunes entre los distintos grupos que han surgido. Los primeros fueron los humanistas, pero también una buena parte de ellos salió de las clases explotadas de la sociedad feudal en decadencia, como los campesinos o los trabajadores urbanos.
Las condiciones de vida, dificultades materiales y de subordinación jerárquica social, que fundamentaban la explotación del trabajo de esas personas, llevaron a los anabaptistas a encontrar en la religión una expresión de su discordancia a la situación social en la cual se encontraban introducidos. A pesar de presentar tendencias diversas, algunas pacifistas, otras revolucionarias, había en común la necesidad de rebautizar los individuos, además de defender la separación entre Estado e iglesia, de extinguir el culto de imágenes y predicar una vida de simplicidad, creando relaciones sociales en que hubiese una igualdad entre todos.
Así, los anabaptistas han creado una conciencia social, en el que se vieron como explotados por las clases altas, como la nobleza y el clero y proponían las formas de organización social, basado en una igualdad basada en la interpretación cristiana de la igualdad entre todos los hombres. Algunos predicadores como Thomas Münzer y John Gilbert, crearon comunidades basadas en el cristianismo primitivo, un supuesto origen de la religión cristiana, donde todo estaba dividido por todos.
La consecuencia de esta conciencia social de explotados, adquirida por interpretación religiosa, fue la revuelta campesina de 1524 en Alemania. Martin Lutero se opuso a la fuerza de algunas autoridades. Conociendo esa posición, alrededor de 300 mil campesinos tomaron las armas contra sus amos, extendiéndose la rebelión a más de un tercio de Alemania. El objetivo era romper la estructura social feudal, principalmente a través de la confiscación de tierras de la nobleza. Uno de los doce artículos del manifiesto de los rebeldes muestra lo que querían:
‘Artículo 5º: Tenemos que quejarnos también al respecto de los bosques. Pues nuestros señores se reservaron apenas para sí mismos el bosque, y cuando un pobre necesita de madera, debe comprarla por el doble de su valor. Por lo tanto, es nuestra intención al respecto de los bosques. Los señores eclesiásticos y laicos deben ceder a las comunidades los bosques de la que ellos no consiguen adquirir dinero y permitir a las comunas libertad de explotación’.
La reacción ante esta revuelta fue extremadamente violenta por la nobleza. Lutero, que había inspirado los anabaptistas, con vehemencia contra el levantamiento, mostraría su conservadurismo político: ‘Tenemos que despedazarlos, degollarlos, apuñalarlos en secreto y en público, y que los maten todos los que puedan matarlos, como se mata a un perro rabioso (…) Por eso, señores, matad y degollad sin piedad y, si mueres, como seres dichosos, pues jamás podrías tener muerte más feliz’.
La reacción de Lutero y de la nobleza alemana para esta revuelta demuestra el peligro que vieron en la predicación del anabatismo.
