Alejandro Magno fue el rey de Macedonia y el estratega más famoso en la antigüedad. Desde 345 a.C, su padre, Filipo II, confíó su educación al filósofo Aristóteles, el sabio de su época, que le hace pasar por el ciclo completo del conocimiento humano y ejerce una influencia benéfica sobre él.
Se hizo cargo del reino de Macedonia a los 20 años después del asesinato de su padre (336 a.C) que algunos de los escritores antiguos creían que tenía algo que ver con el delito, ya que ambos tenían frecuentes enfrentamientos en público debido a sus ambiciones para convertirse en un gran conquistador. Luego se dispuso a iniciar la expansión territorial del reino, apoyado por un ejército poderoso y organizado, dividido en infantería, cuya principal arma era una especie de lanza muy larga, y la caballería, que constituyó la base del ataque.
Expansión territorial
Afirmó su soberanía sobre Grecia, después de poca resistencia, y comenzó una guerra contra Persia cruzando el Helesponto (334 a.C) con 35.000 soldados en la antigua ciudad de Troya derrotando a un ejército de 40.000 persas y los mercenarios griegos. En la batalla de Issos (333 a.C) derrotó al gran ejército de Darío, que huyó con sus tropas desmoralizadas y causando un caos general, facilitando la victoria del ejército macedonio. Luego conquistó Siria (332 a. C.) y Gaza, y entró en Egipto, donde se esperaba como un libertador y fue honrado por los egipcios como un dios.
En el delta del Nilo fundó Alejandría (332 a.C), con el propósito de hacer realidad el sueño de unir la cultura oriental y occidental, proyectaba el emblema de la ciudad como un centro cultural y comercial. Conquistó Cartago (331 a. C.), volvió a Egipto y luego regresó a Mesopotamia. Poco después el rey persa fue asesinado por dos de sus propios generales, un gesto que no gustó a los macedonios y se ordenó la ejecución de sus asesinos.
En la India, Alejandro Magno fundó las ciudades y colonias militares, incluyendo Nicea y Bucephala, que se erigieron en memoria de su caballo que había muerto allí, en el campo de batalla. Cuando comenzó a tener comida inadecuada, escasez de agua y el agotamiento de su ejército, Alejandro se negó a continuar y decidió regresar a Persia. En la carretera de Susa, se casó con Estatira, la hija de Darío III Codomano, y decenas de miles de sus oficiales y soldados también se casaron con otras mujeres persas.
En el viaje de regreso, estaba en Babilonia y se preparaba para invadir Arabia, cuando fue atacado por una fiebre desconocida que resultó ser incurable. Sin nombrar a un heredero, en su lecho de muerte, cuando se le preguntó por sus oficiales quien debía sucederle, terminó diciendo que el más merecedor, y murió momentos más tarde, cuando sólo tenía 33 años.
Legado
El mundo nunca ha visto a otro conquistador tan joven formando un imperio tan grande, extendiéndose por Asia y África del Norte, eliminando el poderoso imperio persa y estableciendo la dominación total sobre Grecia, Palestina, Egipto, Persia, Mesopotamia llegando, incluso, a la los límites de la India, fundar ciudades y hacer más grande su imperior territorial.
Con el mérito de mantener esta unidad en un territorio imperial tan amplio y complejo, llegaba a respetar las costumbres de los vencidos y también sus rituales y religiones. Alejandro Magno fue un genio militar y sus logros trayeron la influencia de la civilización griega a Oriente y sentaron las bases de la civilización helenística majestuosa.