¿Alguna vez te preguntaste si usando diariamente en las comidas un simple condimento podrías minimizar las posibilidades de un tipo de cáncer? El disulfuro de dipropilo (DPDS) es un compuesto utilizado en la prevención de enfermedades del corazón, radicales libres y diferentes tipos de cáncer. Algunas personas emplean el ajo como prevención para el cáncer de colón, cáncer de estómago, cáncer de próstata, cáncer de pulmón y cáncer de mama, entre otros.
¿Sabes dónde se puede encontrar este compuesto? En el ajo, es evidente que esta especia no es muy agradable para comer cruda, si fuera así podríamos comerla como una legumbre. En verdad el ajo es compuesto de dos átomos de azufre, y son justamente estos átomos que confieren a los comedores de ajo crudo aquel aliento fuerte.
Pero ¿por qué cuando cocinamos el ajo pierde un poco de su olor? Al ser cocido el disulfuro responsable del mal olor es volatilizado, es decir, el tempero puede ser ingerido sin causar aquel mal olor.
Una manera de ingerir ajo sin alterar el aliento es optar por la alternativa, cápsulas que contienen aceite de ajo. Esta forma de consumo ya es extendida en grandes cantidades, especialmente en Holanda.
El ajo es considerado beneficioso para la enfermedad cardíaca porque ayuda a reducir los niveles de colesterol. La dosis recomendada es un diente de ajo al día. Sin embargo, es bueno recordar que este tratamiento solo es recomendado para personas con presión sanguínea levemente elevada; en casos más graves es necesario un tratamiento más avanzado.
Los partidarios de esta causa, la ajoterapia, afirman que el ajo se ha utilizado durante muchos años para defender el cuerpo de los radicales libres y ni siquiera han apodado el tempero como una cura para todo (utilizado para todo tipo de afecciones: gripe, resfriado, garganta inflamada, otitis, secreción nasal, dificultades de pecho, bronquitis…). Es por este y otros motivos que la ingestión de ajo diariamente tiene sus principios terapéuticos.
