La energía nuclear se produce por fisión nuclear; los productos que dan la reacción son los isótopos radioactivos. La vida media de los isótopos es muy larga y durante ese periodo ellos mantienen la emisión de partículas peligrosas. Serían necesarias cerca de diez vidas medias para que esos residuos dejasen de presentar peligro.
Cuando un isótopo radiactivo decae para su límite de seguridad, él pasa a no representar más peligro. El gran problema es: ¿Dónde almacenar esos residuos hasta que dejen de ser peligrosos?
La forma correcta de realizar esta tarea es dividiendo los residuos entre materiales de nivel bajo y de nivel alto, clasificación basada en la cantidad de radioactividad emitida.
Los residuos de bajo nivel pueden ser almacenados en lugares de producción, compartimentos especiales o enterrados. Pero los de nivel alto requieren un tratamiento especial, pues deben ser lacrados en vidrios y, posteriormente, en tambores para solo entonces ser enterrados en el subsuelo.
El tiempo de permanencia de esos materiales en los respectivos lugares aislados es de, como mínimo, diez mil años. Después de ese periodo pueden considerarse inactivos.
