Las relaciones de los adolescentes con sus pares sonobjeto de preocupación por parte de los adultos, donde hay aislamiento excesivo o cuando su hijo es demasiado influenciable. Esta preocupación tiene sentido, puesto que el grupo de compañeros es uno de los principales contextos donde los adolescentes desarrollan muchas de las características personales y sociales importantes para la vida adulta. Los estudios indican claramente que las buenas relaciones con sus colegas son predictores importantes de un buen ajuste para la vida futura. Las pobres relaciones en la infancia y la adolescencia a menudo están asociadas con problemas profesionales, dificultades del comportamiento y alteraciones a nivel conyugal y sexual en la vida adulta.
Ante este problema se puede plantear de inmediato una cuestión: ¿Cuáles factores son responsables del buen relacionamiento entre el adolescente y sus compañeros? Los estudios han concluido que cuanto mayor sea la capacidad de entendimiento interpersonal de los adolescentes, mayor será la facilidad de ser socialmente aceptado. La aceptación social, en este grupo de edad, a menudo implica también la atracción física, en términos tanto de rostro como de cuerpo. Para los chicos, la formación atlética es también un aspecto importante. La inteligencia y rendimiento académico parecen todavía contribuir a una buena relación entre colegas, aunque no garantizan totalmente el éxito a este nivel.
A menudo existen casos donde la inteligencia altamente desarrollada crea un contexto entre sus compañeros desfavorable. Asimismo, adolescentes que exhiben comportamientos negativos o actitudes antisociales suelen ser objeto de rechazo. Cuando el adolescente no adopta los comportamientos y los valores de los otros miembros del grupo, la tendencia general es su exclusión.
Aunque el grupo tiene una gran importancia en la adolescencia, no podemos concluir que el aislamiento es indicador de una patología, siendo en varios casos una situación promovida por prejuicios, preconceptos y estereotipos acerca de diferentes tipos de actitudes y personalidades. Lo que es fundamental es intentar percibir lo que significa para aquel adolescente permanecer solo. Si el aislamiento es visto por él mismo como un hecho negativo, entonces será más fácil intervenir.
A menudo en situaciones como las que se indican se hace difícil intervención familiar, porque los adolescentes a menudo no quieren compartir con los padres las razones de su malestar. Cuando es el caso, y el joven considera que es necesario ser ayudado, puede ser útil la intervención de un especialista, como un orientador o un psicólogo. Se nota que la intervención de un profesional será fructífera apenas si el adolescente es receptivo a ese tipo de intervención. Si la ayuda es realizada en el contexto escolar, los profesores podrán colaborar en la intervención a través de dinámicas de grupo que fomenten la integración de todos los compañeros. Según la experiencia de numerosos casos, el contacto profesional con este tipo de adolescentes permite concluir que tal tipo de procedimiento es el más apropiado para tratar de romper el muro que se construye a menudo entre el adolescente y sus compañeros o viceversa.
