El tallo es una estructura muy importante para la planta, ya que, además de ser la estructura en la que las hojas y las raíces se encuentran, promueve el intercambio de sustancias orgánicas a partir de estos órganos.
Algunas especies de plantas a lo largo de su evolución tuvieron que adaptarse a los lugares donde vivieron para poder sobrevivir y algunos de estos cambios se produjeron en sus tallos.
Las espinas constituyen una de las adaptaciones de algunas plantas. Son estructuras cortas y puntuales muy fuertes y afiladas, que sirven para proteger la planta, alejando a los animales que podrían dañarla. Es importante recordar que las púas encontradas en los rosales son llamadas de espinas y no son tallos sino formaciones epidérmicas de la planta que no poseen ningún tipo de vaso conductor de savia. Las espinas no tienen posición definida en el tallo. Podemos encontrar las espinas en plantas como limoneros y naranjos.
Otra adaptación que vemos en algunas plantas son las llamadas de zarcillos, que son encontradas en las plantas trepadoras. Los zarcillos crecen inicialmente en línea recta y, al encontrar un soporte, ellas se enrollan, fijándose. Estas adaptaciones se pueden encontrar en plantas como el chayote, el maracuyá o la vid.
Además de las espinas y los zarcillos, algunas plantas tienen una adaptación llamada de cladodios. Los cladodios se encuentran en las plantas que pierden sus hojas durante su desarrollo, con el fin de evitar la pérdida de agua por el medio ambiente, especialmente en las regiones que tienen un clima muy seco. Al tener lugar pencas de las hojas, la planta puede ahorrar el agua que se pierde por evaporación. Los cladodios son tallos que se parecen a las hojas y son generalmente de color verde y plano. Por lo general, las hojas se transforman en espinas, como ocurre en los cactus.
