Comienzan a aparecer los resultados de los exámenes. Comienzan a llegar los resultados del final del curso. Cuando las calificaciones no son positivas, los padres se ven tentados en retirar a los hijos de las actividades ociosas. Ahí se va el fútbol, el baile, las salidas los fines de semana, los videojuegos y todo aquello que absorbe el tiempo libre del joven escolar. Todo ello sea porque pretenden castigar a sus hijos, retirándoles aquello que ellos más quieren, o sea porque buscan colocarlos con más tiempo dedicado al estudio.
Antes de llegar a una decisión tan radical, tal vez conviene reflexionar un poco. ¿Serán las actividades extraescolares perjudiciales al rendimiento escolar? ¿Será que realmente retiran el tiempo indispensable para el estudio? La verdad es que, no siendo conveniente que el estudiante excluya de sus obligaciones la actividad estudiantil fuera de las aulas, resulta muy útil la práctica de una actividad que le guste, sea de carácter deportivo, cultural o social. Su rendimiento escolar puede incluso verse beneficiado dado que mantiene mejores niveles de motivación.
Hay una muy variada gama de actividades en la que los jóvenes pueden participar en su tiempo libre. Van desde deportes, individuales o colectivos, teatro, danza, música, informática, pasando incluso por la colaboración con las asociaciones que se dedican a la solidaridad social.
Cuando un joven elige una actividad y se dedica a ella, está desarrollando sus intereses personales que pueden adquirir una gran importancia. El desarrollo de estos intereses extracurriculares puede contribuir en gran medida a que nunca se presenten conductas desviadas o inapropiadas, como el uso de drogas o bebidas alcohólicas. Participar en cualquier actividad implica la existencia de sentido de responsabilidad para el cumplimiento de los compromisos asumidos. También presupone el establecimiento de metas personales (aprender a tocar un instrumento musical, liderar un equipo deportivo…) y la tentativa a ser alcanzadas. Esto implica persistencia y trabajo continuado. Si trasladamos estas habilidades al dominio académico, podemos ver que su desarrollo en esta área conlleva una mayor eficacia en el estudio, promoviendo un mayor éxito académico.
En el desarrollo de las actividades elegidas, los jóvenes se comunicarán con otros con la misma edad e idénticos intereses. Allí encontrará un ambiente favorable para el desarrollo de habilidades de relación interpersonal y la creación de nuevas amistades.
En la mayoría de los casos, el fracaso escolar no es por falta de tiempo para estudiar, sino causado por la práctica de otras actividades. El fracaso puede deberse a la falta de tiempo del estudio causada por la mala gestión del tiempo o un estudio realizado incorrectamente y, por tanto, ineficaz. En lugar de castigo, tal vez sería preferible a una conversación con los jóvenes sobre el manejo de su tiempo y la negociación de un plan de estudio con una división horaria organizada. Para la continuación de la conversación, sería útil examinar su método de estudio y encontrar soluciones más efectivas, sugiriendo, si es necesario, la asistencia de estudio acompañado por clases de apoyo.