El absolutismo era un sistema de organización política y social que se extendió por Europa occidental y oriental durante la Edad Moderna. Aunque hay características generales, tales como la centralización del poder y el fortalecimiento de los ejércitos nacionales, el absolutismo comportó las especificidades en los países en que se desarrolló.
El absolutismo en Prusia y en los demás países de la Europa Oriental se caracterizó principalmente por la intensificación de la servidumbre de los campesinos. También fue insertado en el contexto de las disputas aristocráticas ocurridas después del surgimiento de la Reforma Protestante. Mientras en países como Inglaterra y Francia la servidumbre fue desapareciendo, en Prusia y en los demás Estados del este la servidumbre quedaba ampliada. Esa medida era una reacción de la nobleza propietaria de tierras para fortalecer su poder.
Otro proceso que caracterizó el absolutismo en Prusia era el fortalecimiento del ejército, centralizando y permaneciendo bajo el comando del Estado. Esas medidas se iniciaron con Frederick William Hohenzollern (1640-1688), después de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). El aumento del ejército durante su reinado fue considerable, lo que proporcionó el principio de fortalecimiento de Prusia contra las potencias europeas de la época.
La alianza con los terratenientes locales, los junkers, permitió a Frederick William crear una estructura estatal burocratizada con el objetivo de administrar los órganos públicos y también realizar el cobro de impuestos en ámbito nacional. Esa medida era extremadamente necesaria para el mantenimiento de un ejército poderoso. Además, esa forma de estructura estatal garantiza la centralización del poder del Estado en la dinastía de los Hohenzollern, manteniendo los demás miembros de la nobleza sometidos a su autoridad.
Federico Guillermo I de Prusia pasó también a invertir en el desarrollo agrícola, con la construcción de canales, diques y sistemas de riego, así como el estímulo del desarrollo comercial y la creación de compañías comerciales. Las manufacturas también fueron puntos de atención, principalmente con el objetivo de suplir las necesidades del ejército.
La política absolutista de los Hohenzollern continuaría con los descendientes de Frederick William, como Frederick I (1688-1713) y Frederick William I (1713-1740), que intensificó el fortalecimiento del Estado con el incentivo a la militarización a través de la obligación del servicio militar. Pero la transformación de Prusia en una potencia económica y militar europea era principalmente un hecho con Frederick II, que además de fomentar el desarrollo artístico y cultural, creó las condiciones necesarias para el desarrollo comercial y manufacturación prusiana. Este crecimiento de Prusia, incluso resultó en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), situación que marcó el final de la Edad Moderna.