Durante la época mercantilista, la colonización del continente americano estuvo sistemáticamente aliada a la explotación de mano de obra esclava. Además de abaratar considerablemente el costo en la obtención de materias primas, la esclavitud fue también una actividad rentable, conectando las Américas al territorio africano. Legado el siglo XIX percibimos que esa modalidad imperialista acabó siendo sistemáticamente combatida en diversos lugares.
Bajo una perspectiva ideológica, podemos ver que el movimiento de la ilustración y el liberalismo fueron críticos serios de la esclavitud. Lógicamente, al defender la libertad como un derecho accesible a todos los hombres, los pensadores de estos movimientos apuntaron a la esclavitud como un innegable signo de barbarie. No por casualidad, observamos que durante la Revolución Francesa, los jacobinos determinaron el fin de la esclavitud en las colonias francesas en América.
Sin embargo, a pesar de sus prerrogativas ideológicas, no podemos ignorar el hecho de que el sistema esclavista también entró en desuso debido a las transformaciones económicas significativas. El desarrollo del capitalismo industrial se embarcó en una nueva lógica de negocio contrario a la esclavitud. Siempre buscando la expansión de los mercados y las ganancias, las naciones industrializadas se dieron cuenta de que el mantenimiento de una población esclava reducía seriamente el número de consumidores.
Como pioneros del capitalismo industrial, los británicos no escatimaron esfuerzos para asegurar que la esclavitud fuera pronto reemplazada por trabajo asalariado. En este sentido, el Parlamento británico aprobó la llamada ley Bill Aberdeen en 1845. Teniendo fuerte carácter autoritario, esta ley autorizaría a los buques británicos arrestar a cualquier barco negrero que fuera capturado transportando esclavos a lo largo del océano Atlántico.
Brasil, uno de los países que preservaba todavía el trabajo esclavo, acabó viéndose forzado a buscar alternativas para la obtención de mano de obra. De esa forma, los grandes terratenientes optaron por la contratación de inmigrantes europeos. En los Estados Unidos, el dilema de la esclavitud fue una de las razones de la división política entre los Estados del norte y del sur. El conflicto sólo se resolvió definitivamente con la realización de una sangrienta guerra civil.
A pesar de todos los intereses y problemas que rondaron la abolición, no podemos entender este fenómeno como un logro significativo para los liberados. Acompañando la vida esclava en América, uno se da cuenta que el fin de la esclavitud no había sido acompañada de acciones que promovieran la inclusión de los negros en la sociedad. Por lo tanto, la pobreza y la desigualdad se mantuvieron presentes en la vida cotidiana de los hombres libres. Actualmente, existen todavía sin resolver varios problemas relacionados con la esclavitud y sus consecuencias.