En 1697, el escritor Charles Perrault publicó Contes de ma Mère l’Oye (Cuentos de Mamá Ganso) una compilación de ocho narrativas populares folclóricas y que, en un primer momento, no se dirigían a niños, pero al apoyar la defensa de la literatura francesa (considerada inferior a los clásicos grecorromanos por los académicos de la época) y de la causa feminista, que poseía como una de sus líderes la sobrina de Perrault, Marie-Jeanne L’Héritier de Villandon, cambiaría su público por uno más amplio. Las dos primeras adaptaciones (La paciencia de Griselda, de 1691 y Los deseos ridículos, de 1694), refuerzan esta tesis. Apenas en 169, con la adaptación La piel del asno es cuando Perrault manifiesta la intención de escribir para niños, principalmente chicas, orientando su formación moral y suavizando los contenidos folclóricos.
A Mère l’Oye era una figura familiar de los viejos cuentos folclóricos franceses, siempre rodeada de jóvenes que oían sus historias fascinados. Todavía por el hábito de las mujeres a contar historias mientras tejían durante los días largos de invierno, la capa del libro fue ilustrada con la viñeta de una vieja tejedora, no de una gansa. A Mère l’Oye pasó entonces a ser asociada a la figura de una tejedora, que ganó nombres locales en los varios países donde los cuentos fueron traducidos (Mamá Oca, por ejemplo).
Los principales cuentos de A Mère l’Oye incluyen la Bella Durmiente, Caperucita Roja, Barba Azul, Gato con Botas, Las Hadas, Cenicienta y Pulgarcita.