El período clásico griego, que se había desarrollado entre los siglos V y IV a.C, está visiblemente marcado por una serie de invasiones y conflictos que transformaron el Hélade en un escenario de guerra acalorado. Sin embargo, incluso con esos enfrentamientos, muchos lo entienden como el apogeo de la propia civilización. La transformación política de Atenas y la difusión del modelo de administrativo político para otras ciudades de Grecia, marcó la culminación de la Grecia Antigua.
Los primeros combates significativos de la época fueron las Guerras Médicas (490-479 a.C), el conflicto en el que los persas intentaron invadir Grecia desde su control sobre las colonias de Asia Menor. A pesar de la superioridad indiscutible de las fuerzas militares de los persas, los griegos lograron derribar al enemigo a través de varias tácticas de guerra que utilizaron como el conocimiento del territorio de los Balcanes en su favor. Aunque políticamente eran independientes, este conflicto llevó a la alianza de varias polis griegas.
La alianza militar más importante desarrollada durante este período fue la Liga de Delos, que aseguró la victoria de los griegos y estableció el importante papel desempeñado por los atenienses. Tras el conflicto contra los persas, la liga siguió siendo una piedra angular de la protección militar de la ciudad-estado. Sin embargo, los líderes políticos de Atenas se aprovecharon de los recursos proporcionados por la Liga de Delos para oprimir e imponer sus intereses políticos y económicos en otras ciudades-estado más debilitadas.
En esta época es destacado el gobierno de Pericles, responsable de la mejora de la democracia ateniense y la ejecución de diversas obras públicas que adornaban Atenas en su conjunto. La acción imperialista de los atenienses sobre las otras polis griega pronto dio lugar a la articulación de una ofensiva. Dirigidas por Esparta, varias ciudades de la antigua Grecia fundaron la Liga del Peloponeso. Esta asociación pretendía luchar contra la hegemonía de Atenas y la Liga de Delos.
Entre el 431 y el 417 a.C, las diferentes ciudades-estado griegas estuvieron dedicadas a un doloroso conflicto que se conoció como la Guerra del Peloponeso. Después de la victoria en la batalla de Egos Potamos, los espartanos comenzaron a emplear una política de la acción imperialista en otras ciudades-estado de Grecia. Por lo tanto, y en consecuencia de esta ejecución ofensiva, nuevos conflictos se desarrollaron agotando el poder militar de los griegos. Con el sistema interno afectado, Grecia se volvió una presa fácil para las invasiones del rey Filipo II de Macedonia.