Arte de Teotihuacán, agrupación de expresiones artísticas desarrolladas por la primera gran civilización de la región central de México (200 a.C.-700 d.C.). Su capital, Teotihuacán, situada a 45 kilómetros de la actual ciudad de México, se transformó en la ciudad más importante de Mesoamérica. Las mejoras en las técnicas agrícolas, inspiradas básicamente en la canalización de las aguas, hicieron posible una gran concentración de población que serviría de apoyo económico de la ciudad y de mano de obra para las grandes construcciones públicas. El arte teotihuacano manifiesta por primera ocasión de manera grandiosa la concepción estatal mesoamericana que encontraría eco en enclaves tan distanciados como Monte Albán, El Tajín, Kaminaljuyú o Tikal.
La mayor contribución de Teotihuacán fue establecer las peculiaridades definitorias de la ciudad sagrada. Toda ella constituye un gran teatro propagandístico donde la escenografía es espectacular y emotiva. La holgada Avenida de los Muertos con las grandes pirámides del Sol y la Luna componían un eje monumental, en torno al cual se erigían construcciones palaciegas y templarias, mientras las extensiones habitacionales se situaban en los barrios de las afueras (Atetelco, Tetitla, Tepantitla). Su grandeza es tal que en el momento en que varios siglos después los aztecas tuvieron que tomar la elección un lugar para situar la producción del mundo se decidieron por Teotihuacán. Un ascendente comercio llevó su influjo hasta los enclaves más distantes de Mesoamérica: por el norte hasta los desiertos de Sonora y Sinaloa y, por el sur, hasta Uaxactún y Tikal en las tierras bajas mayas. El resultado fue un grande crecimiento de los sectores artesanales y un perfeccionamiento técnico de todas las artes como jamás antes se había conocido.