La civilización maya dominó el sur de Mesoamérica durante la segunda mitad del primer milenio de nuestra era. A pesar de que se originó en el periodo preclásico, la cultura maya alcanzó su apogeo artístico e intelectual durante la última etapa clásica, desde en torno al año 600 hasta en torno al 900. En la etapa de la conquista española ya se encontraba en declive.
Ninguna otra civilización precolombina igualó a los mayas en la diversidad y calidad de su arquitectura. Los emplazamientos mayas clásicos se instauraron en un principio en las zonas de las tierras bajas tropicales. Comparados con la cultura de Teotihuacán, dichos emplazamientos parece que brindaron mayor atención a los trazos cultores y dedicaron menos interés a los urbanos. La mayoría de los vestigios mayas están en México. Entre ellas se puede mencionar Palenque, Yaxchilán y Bonampak y en la península de Yucatán, Chichén Itzá, Cobá, Dzibilchaltún, Edzná, Hochab, Kabah, Labná, Sayil, Uxmal y Xpuhil.
Otros emplazamientos importantes son los de Copán, en Honduras, y los de Guatemala: Piedras Negras, Quiriguá y Tikal, el mayor de todos los centros de culto mayas. Su arquitectura se caracteriza por un sentido exquisito de la proporción y el diseño, así como por su refinamiento estructural y la sutileza de los detalles. Los mayas emplearon la escultura más ampliamente en la ornamentación arquitectónica que todas las demás civilizaciones precolombinas. La bóveda de saledizo se usó no únicamente para cubrir espacios interiores sino igualmente para cimentar arcos apuntados o trilobulados. Igualmente cimentaron trayectos pavimentados que conectaban los centros administrativos y religiosos más importantes. Se considera que se utilizaban especialmente para procesiones rituales y como símbolo de vínculos políticos.
El arte maya es el más refinado y refinado de todos los desarrollados por las civilizaciones precolombinas. Es digno y majestuoso, exuberante y sensual, y presenta una ornamentación espléndida.
Las estelas con relieves figurativos e inscripciones son los ejemplos más característicos de las esculturas conmemorativas exentas desarrolladas en piedra por los mayas. Los ejemplos más preparados se hallan en Copán, donde la maleabilidad de la piedra aceptó una exuberancia ornamental barroca. La mayoría de los emplazamientos importantes cuenta con una evolucionada tradición en la realización de paramentos de piedra ornamentados con relieves. En Palenque se usó el estuco para hacer relieves de gran complejidad que decoraban los templos y palacios, como las célebres cabezas de la cripta de la pirámide de las Inscripciones.
Los mayas dominaron todas las formas artísticas precolombinas conocidas, menos la obra en metal. A pesar de que no se preservan telas tejidas por los mayas, su calidad y ornamentación pueden apreciarse a través de las representaciones en pinturas, figurillas y esculturas. Tallaban con maestría el jade, la madera, el hueso y las conchas, sin embargo fue en los trabajos desarrollados con arcilla donde más sobresalieron. Sus figurillas de un realismo impresionante (especialmente las provenientes de la isla de Jaina, Campeche) y su cerámica policromada en la que se representan escenas mitológicas o de la vida ordinaria (producida en champlevé, Guatemala) se cuentan entre las mejores piezas de cerámica pintada precolombina.
Ejemplos de frescos mayas específicamente admirados se han encontrado en Bonampak, Palenque y Tikal. Igualmente produjeron códices con escritura jeroglífica. De los códices mayas que se preservan, el códice de Dresde (Sachsische Landesbibliothek, Dresde, Alemania) es el que mejor ilustra el uso descriptivo y formalmente dinámico de los señales por parte de los mayas.