Evolución del cine en color en la historia del cine

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Cine en color historia cine

Los experimentos con película de color habían empezado ya en 1906, sin embargo sólo se había usado como curiosidad. Los métodos ensayados, como el Technicolor de dos colores, fueron decepcionantes y fracasaban en el intento de entusiasmar al público. Pero hacia 1933 el Technicolor se había perfeccionado, con un método de tres colores comercializable, empleado por vez primera en la cinta La feria de la vanidad (1935), de Rouben Mamoulian, adaptación de la obra literaria en prosa de William Makepeace Thackeray. La popularidad del color creció, y durante la década de 1940 se usó especialmente en una serie de musicales clásicos de la MGM (Metro Goldwyn Mayer), entre los que destaca Easter Parade (Desfile de Pascua, 1948), de Charles Walters.

La mayoría de los directores de la década de 1930 se encomendaron especialmente de suministrar en sus cintas los medios para el lucimiento de las estrellas más famosas, como Katharine Hepburn, Bette Davis, Humphrey Bogart, Joan Crawford y Clark Gable, cuyas personalidades se presentaban a la opinión pública como una prolongación de los personajes que representaban. La moda de llevar al cine ficciones de éxito (y en específico novelones galáns), en realidad siempre presente en la industria de Hollywood.

En la década de 1950 el uso del color se generalizó tanto que prácticamente el blanco y negro quedó relegado para cintas de bajo cálculo que buscaban un realismo sereno, como Marty (1955) de Delbert Mann, sobre las ambiciones de un carnicero del Bronx, o El hombre del brazo de oro (1955), de Otto Preminger, en la que se contaba la historia de un drogadicto. A partir de la década de 1960, el blanco y negro quedó para hacer efectos especiales en cintas como Psicosis (1960) de Hitchcock, o La última cinta (1971), de Peter Bogdanovich. Más recientemente, lo hemos podido ver casi siempre en cintas con pretensiones artísticas, como El hombre elefante (1980), de David Lynch, Toro salvaje (1980), de Martin Scorsese, La ley de la calle (1983), de Francis Ford Coppola, o Zelig (1983), de Woody Allen.