El movimiento International Style de 1914 a 1932

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El movimiento International Style de 1914 a 1932

La destrucción generada por la Segunda Guerra Mundial trajo consigo, en el caso de Bélgica, la necesidad de reemplazar los edificios derribados por otros alojamientos de bajo coste. Esta ocurrencia propició la invención del método ‘dominó’, diseñado por el joven arquitecto suizo Charles Édouard Jeanneret que, con el nombre de Le Corbusier, se transformó en el arquitecto más insigne del siglo XX. Discípulo de los hermanos Perret, Jeanneret sugirió hacer edificios con estructura de hormigón armado y tres cuerpos horizontales, apoyando los dos cuerpos superiores sobre pilares de planta cuadrada. Estos amparos sostenían las vigas en voladizo, permitiendo que los forjados se proyectaran más allá de la línea de los pilares. Dada la resistencia de este método constructivo, el muro exterior quedaba liberado de la cometido de soporte, permitiendo por consiguiente aligerar su carga y abrir los vanos que se juzgaran indispensables.

A pesar de que el método dominó anticipara ulteriores logros, jamás se llevó a la práctica. Adicionalmente, durante cierto tiempo los intereses de Le Corbusier oscilaron entre la arquitectura y la pintura, tras su traslado a París en 1917. Junto a Amédée Ozenfant fundó el movimiento llamado purismo, desarrollando bodegones en los que combinaba el carácter científico del cubismo con un sentido clásico del equilibrio. Esta asociación de modernidad y clasicismo se transformó en una perseverante de toda la obra de Le Corbusier. En su libro Hacia una arquitectura (1923) demandaba para ésta el rigor compositivo de los templos clásicos al mismo tiempo que la masificación de un nuevo lenguaje inspirado en la estética de las máquinas. En el citado libro, Le Corbusier yuxtapone con brillantez fotografías de templos clásicos con otras de automóviles, asegurando que esos objetos fueron los que evidenciaron con mayor autenticidad sus correspondientes fases. El desafío para los arquitectos modernos arraigaba, conforme él, en cimentar edificios de conformidad con los nuevos modelos tecnológicos.

Hacia 1923, por consiguiente, Le Corbusier había expresado ya los principios que caracterizaron sus construcciones a lo largo de la década de 1920. El año próximo estuvo establecido en Holanda por otro destacado acontecimiento: la construcción del hogar Schröder en Utrecht, obra del arquitecto Gerrit Rietveld. Al igual que Le Corbusier, Rietveld se asoció a los movimientos artísticos de vanguardia. Fue miembro del neoplasticismo divulgado por De Stijl, desarrollado en Leiden el año 1917, integrado por el arquitecto J. J. P. Oud y los pintores Piet Mondrian y Theo van Doesburg. La independencia de las formas, rectangulares y de colores primarios, es incuestionable en la hogar Schröder. El edificio se caracteriza además por la perfecta integración entre arquitectura y detalles ornamentales, incluyendo el mobiliario. Otro rasgo destacable del edificio es su articulación asimétrica a base de rasos ortogonales.

La influencia de De Stijl se difundió más allá de Holanda, infiltrándose con fuerza a comienzos de la década de 1920 en la Bauhaus de Weimar (Alemania). La Bauhaus fue una escuela de arquitectura, arte y diseño desarrollada en 1919 bajo la dirección de Gropius, encaminada en un principio más hacia trabajos artesanales que industriales. En 1922, sin embargo, Van Doesburg pronunció una serie de ponencias en la Bauhaus que, junto a otras influencias, hicieron un cambio revolucionario en la orientación de la escuela. La manifestación más incuestionable de la nueva tendencia fue el edificio desarrollado por Gropius en 1925-1926 para la nueva sede de la escuela en Dessau. La economía expresiva, los volúmenes puros y sin ornamentación y sus grandes fachadas de vidrio constituyen una de las más destacadas realizaciones del movimiento moderno.

Mientras la Bauhaus florecía bajo el liderazgo de Gropius, otros conjuntos como Der Ring representaban un destacado papel en la evolución de la arquitectura germánica. Der Ring se encontraba integrado por arquitectos como Bruno Taut y Ludwig Mies van der Rohe, quien igualmente fue gerente de la Bauhaus desde 1930. A pesar de que Mies van der Rohe había experimentado con el expresionismo inminentemente tras la I Guerra Mundial, desde 1923 intervino de la tendencia racionalista predominante. De entre sus destacados trabajos en esta fase destacan la dirección de la exhibición Wiessenhof en 1927, a las afueras de Stuttgart y la construcción del pabellón germánico para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. En esta exhibición, organizada por la Deutscher Werkbund, destacan el edificio de apartamentos del propio Mies y las villas de Le Corbusier, J. J. P. Oud y Hans Scharoun. Los proyectos de Oud fueron casas de volúmenes simples y geométricos, mientras que Le Corbusier ejemplificó sus preferencias personales por las formas blancas y cúbicas apoyadas sobre pilares exentos (pilotis) y rematadas por terrazas ajardinadas.

Al igual que en sus edificios residenciales, Le Corbusier ideó un novedoso proyecto para el edificio de la Sociedad de Naciones en Ginebra. Su ingenio arquitectónico, aplaudido con entusiasmo por otros arquitectos de vanguardia, fue uno de los circunstancias que hicieron la producción, en 1928, de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM). Los CIAM, cuya última asamblea fue en Dubrovnik (Croacia) en 1956, sirvieron por encima de todo para generalizar y consensuar los principios de la nueva arquitectura, a la que se habían acogido muchos arquitectos de desemejantes nacionalidades.

Un hito destacada de este proceso fue la exhibición de arquitectura conmemorada en 1932 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. A pesar de que sometida por los destacados arquitectos europeos, la muestra atrajo igualmente a destacados arquitectos japoneses y americanas. Los japoneses contaron con la presencia de Mamoru Yamada, mientras que entre los americanas se encontraban George Howe, William Lescaze, Richard Neutra y, especialmente Frank Lloyd Wright, quien, pese a conservarse a distancia de la estética industrial del movimiento moderno, ejerció y recibió influencias del neoplasticismo holandés y asumió la sintaxis racionalista como nuevo lenguaje arquitectónico internacional. En la exhibición de Nueva York igualmente se dieron a conocer alguno admirados arquitectos escandinavos, especialmente el sueco Erick Gunnar Asplund y el finés Alvar Aalto.