Al inicio del siglo XVII en Francia, la escuela manierista de Fontainebleau propugnaba su actividad gracias a los requeridos para el castillo de Fontainebleau, entre los que destacan la ornamentación de la capilla de la Trinidad con pinturas de Martin Fréminet (1619). El manierismo igualmente se conservó en las pinturas de Jacques Callot y Jacques Bellange. Las escenas tenebristas de Georges de la Tour, sin embargo, recomiendan la influencia de Caravaggio. El naturalismo barroco evolucionó de la mano de artistas como Valentin de Boulogne, que había vivido en Italia, y de aquellos otros que habían tenido relación con los pintores flamencos naturalistas, como los hermanos Le Nain y Philippe de Champaigne.
De grande transcendencia en la historia de la pintura barroca francesa fue el clasicismo de Nicolas Poussin. A pesar de que vivió en Roma la mayor parte de su vida, la influencia de Poussin —como la de su compatriota en la capital italiana Claudio de Lorena— en su país natal fue grande. La segunda mitad del siglo XVII abrió paso a un arte completamente barroco, donde se combinaba el clasicismo precedente con los nuevos agrados dictados por la Academia de Bellas Artes, ejemplificado en los frescos de Charles Lebrun para el palacio de Versalles. El último ejemplo de la pintura barroca francesa fue Antoine Coypel, fuertemente influido por la obra de Rubens, como se aprecia en las pinturas para la capilla real de Versalles.
La escultura de Pierre Puget igualmente fue característica del pleno barroco, mientras que François Girardon y Antoine Coysevox practicaron un establecido clasicismo en las esculturas monumentales para el monarca Luis XIV. El conjunto escultórico de Girardon Apolo y las ninfas (1666-1672), en la cueva de Tetis de Versalles, es una muestra del gusto francés por la representación fidedigna de la antigüedad.
La grandeza del palacio de Versalles, construido en el siglo XVII como residencia real, evidencia el poder de la corte francesa, y en especial de su primer inquilino, Luis XIV. La parte central del edificio está envuelta por dos monumentales alas que dominan los extensos jardines y bosques del agrupación. Es gran característico de la arquitectura barroca francesa.
El palacio de Versalles (empezado en 1661), construido para alojar la corte de Luis XIV por Louis Le Vau, André Le Nôtre y Charles Lebrun, es el monumento arquitectónico más destacada del barroco francés. Su dedicación al Rey Sol, sus estrictas formas clásicas, sus vastos y complejos jardines y los suntuosos interiores, se encontraban dirigidos a exhibir la reputación y el poder del monarca; dio principio a imitaciones encargadas por los soberanos absolutistas de toda Europa. Un proyecto igualmente grandioso, sutil y delicado, fue la ampliación del palacio (actual museo) del Louvre (1660-1680), encargada a Bernini en un primer momento sin embargo por fin desarrollada por Le Vau, Lebrun y Claude Perrault entre otros.