Las telas se juzgaron objetos de lujo, y las más refinadas se realizaron en los talleres llamados tiraz, controlados por el califa. El método del tiraz, comparable a las fundaciones oficiales del Imperio bizantino, copto y Sasánida, concluyó con la conquista mongola. Los tejidos provenientes de un tiraz (a menudo prendas cultoles) se juzgaban posesiones del más alto valor. Los tiraz —el término igualmente denomina al propio tejido— a menudo llevaban impresa la sella del taller, la fecha y el nombre del gobernante.
En Egipto la mayoría de los tiraz eran de lino y en la fase de los fatimíes se entretejían en ellos bordados de seda con hilos de oro. Los mejores tejidos de sedas proceden de la región de Bujará (siglos IX y X) y de Irán, Bagdad, Egipto y España (siglos X y XI). Estas sedas aparecieron a Europa a través de las embajadas enviadas por los mandatarios islámicos y allí ejercieron tal influencia que algunos términos europeos para denominar tejidos —como damasco— derivan del mundo islámico. El manto de coronación de los emperadores del Sacro Imperio fue bordado por artistas islámicos en Sicilia, y las sedas sicilianas mantuvieron su supremacía en el siglo XIV, tras la apertura de otros talleres de seda europeos.
Las sedas chinas influyeron en los tejidos islámicos a partir de la conquista mongola como se observa en las sedas con brocados en oro y en algunos detalles decorativos. Los turcos otomanos desarrollaron nuevos diseños para los tejidos de seda caracterizados por el uso de claveles, tulipanes, palmetas y la razón chino de la nube.
Alfombras
Las iniciales alfombras islámicas que se preservan se fabricaron en Konya (Turquía) en el siglo XIV. Estas alfombras de tonos azules, verdes y rojos siguen un esquema inspirado en formas naturales con un borde de inscripciones. A lo largo del dominio de los mamelucos se realizaron alfombras de patrones geométricos en tonos azul pálido, rojo y amarillo. El tejido de alfombras reapareció durante el periodo de los Safawíes de Irán, entre cuyo repertorio aparecen escenas de caza y motivos vegetales. Estas alfombras de seda, de tonos pasteles e hilos de oro y plata, se confeccionaron expresamente para el mercado europeo. A pesar de que son de gran belleza, marcan el fin de la tradición islámica en el tejido de alfombras.