Algunos de los bronces islámicos más refinados se han preservado en los tesoros de las iglesias europeas. Al principio se tomaron las formas Sasánidas sin embargo el periodo fatimí produjo vasijas de bronce con forma animal, así como candiles y platos. A pesar de que en el este de Irán se realizaron atrayentes piezas grabadas con incrustaciones de cobre y plata, los bronces más refinados fueron producto de los talleres de Mosul (Irak), durante los 50 años que anticiparon a la conquista mongola.
Entre sus objetos más destacados se hallan los aguamaniles, tazas y candiles con incrustaciones de plata y oro y motivos abstractos, figurativos e inscripciones. Por su parte, los talleres sirios siguieron produciendo diseños figurativos durante el siglo XIV.
Manuscritos
La elaborada escritura cúfica, que resultaba tan adecuada para ser labrada en la piedra, aparece en los primeros manuscritos coránicos que nos han acudido. En ellos, algunos acentos diacríticos se pintan en rojo, y las decoraciones doradas entre las suras (capítulos) contrastan con la refinado escritura negra. En el periodo Selyúcida se desarrolló el nesjí, una escritura más cursiva y fluida. Los dos estilos se emplearon en la arquitectura y las artes decorativas.
Marroquinería
Las encuadernaciones de libros en cuero son un extraordinario ejemplo de las artes decorativas islámicas. En los primeros tiempos se realizaban en relieves repujados; después se estampaban y doraban las cubiertas y los lomos y, definitivamente, en el siglo XVI, se pintan con esmaltes. El trabajo del cuero se aplicó igualmente a los arneses de los caballos y a los objetos empleados en la cetrería.