Entre los diversos proyectos de construcciones públicas de los romanos, la red de puentes y calzadas que abastecieron la comunicación a través de todo el Imperio y los acueductos que traían el agua a las ciudades desde los manantiales cercanos (Pont du Gard, siglo I a.C., cerca de Nimes), son los más sobrecogedores.
Los mosaicos decoraron los suelos y paredes de las casas, templos y edificios públicos romanos. Los temas representados están sustraídos de la mitología y la historia, o aluden a la vida ordinaria.
El puente de Alcántara sobre el río Tajo, en Cáceres (España), puede ser estimado como una gran obra de ingeniería, gracias a la amalgama del arco y la bóveda. Fue construido por el arquitecto Lacer en tiempos de Trajano y llevaba asociados un arco de triunfo y un templo. Aún se yergue el célebre acueducto de Segovia. Está formado por dos series de arpretendías (160 arcos en su totalidad), superpuestas en dos niveles por robustos pilares de granito. Su cometido arraigaba en surtir y abastecer a la ciudad del agua necesaria. Fue construido en el siglo I d.C. Debemos destacar igualmente los acueductos de los Milagros y de San Lázaro en Emerita Augusta (Mérida).