Muerte en Venecia (Reseña)

Gustave Aschenbach, erudito alemán en crisis con la vida austera que llevó, decide pasar las vacaciones de verano en Venecia. Allí, cae en amor por un adolescente, Tadzio, visto como la representación perfecta de la belleza y la inocencia. La pasión, inflada por las imágenes de la mitología griega, va disolviendo lentamente la racionalidad de Aschenbach. Tadzio encarna el sentido de la belleza que él busca en el arte.

Síntesis

Estamos en los primeros años del siglo 20, y el escritor alemán Gustav von Aschenbach está inquieto en su vieja Munich. Tomada por una especie de vaga inquietud, Aschenbach decide dejar Venecia.

Considerado como uno de los escritores más importantes de su país, galardonado con el título de la nobleza, Aschenbach representa el modelo del artista es riguroso, racional, ascético, obsesionado con la perfección de la forma y la belleza ideal.

Al llegar a la ciudad italiana, ella misma resulta una materialización rara de lo bello, Aschenbach se hospeda en un hotel de lujo frente al mar.

Es en este lugar donde se encuentra al adolescente Tadzio cuya belleza natural supera todos los esfuerzos del arte. Fascinado por la perfección física del joven, el artista sucumbe a una pasión platónica que conduce a su propia ruina.

Combinando reminiscencias de la cultura griega con la idea de decadencia que dominaba la Europa de su época – las vísperas de la Primera Guerra Mundial – Thomas Mann condensa, en Muerte en Venecia, algunas de sus cuestiones mejor cultivadas: la tensión entre lo artístico y lo natural, la lucha contra el paso del tiempo y la decadencia del cuerpo, y la enfermedad como metáfora de un mundo en agonía.