Cuando hablamos de la Iglesia Cristiana, es común relacionar el desarrollo de una jerarquía centralizada con la expansión del cristianismo. A través de las encíclicas, bulas y concilios, la iglesia fue emprendiendo formas de organización que tendían por el crecimiento de la religión y la adopción del mismo credo. Sin embargo, habiéndose diseminado por las regiones del antiguo Imperio Romano, el cristianismo fue objeto de importantes debates que negaron esa imagen unitaria.
Dentro del imperio bizantino, una controvertida cuestión teológica se desarrolla con respecto a la naturaleza física de Jesucristo. Teniendo en cuenta la visión del sacerdote Alejandrino Arrio, el mesías debía ser visto como un ser creado por Dios que no tenía un origen divino y tampoco podría ser dotado de vida eterna. Desde esta perspectiva, Jesús asumía un rasgo humanizado que podría debilitar la condición sagrada para ser inculcado a todos los seguidores del cristianismo.
Contrariamente a la creencia popular, los arianistas veían en la condición humana de Cristo más una comprobación de la fuerza de su herencia espiritual. Después de todo, cuando se realiza la predicación de las verdades cristianas, apoyar todas las persecuciones y enfrentarse a su propia muerte, él reforzaba un ideal a seguir por todos los hombres que admiraban su legado. Sin embargo, esta perspectiva no era bien vista por otra parte significativa de los clérigos en el mundo occidental.
La diferencia de opinión entre los cristianos acerca de la naturaleza de Cristo era una de las pautas más importantes que apareció en el Concilio de Nicea, en el 325. Al final de las discusiones, los participantes de esta importante reunión llegaron a la conclusión de que Jesucristo fue compuesto por la misma sustancia de Dios y que no podía ser descartado como una simple y mortal criatura. Con esto, los seguidores del arrianismo fueron acusados de organizar un movimiento de tendencia herético.
Incluso siendo visto como herejía, el arrianismo se propagó en varias tribus germánicas del mundo europeo. De hecho, hay varios informes que muestran que la conversión al arrianismo hacia fuera antes de la propagación del cristianismo debajo de molduras romanas. Al lado de monofisismo, esta herejía sitúa las varias tensiones religiosas que se desarrollan en la historia del cristianismo.
