La antropología moderna se está transformando lentamente en una ciencia aplicada, ya que los investigadores se están concentrando en aspectos sociales como la sanidad, la educación, protección del entorno y el avance urbano. Hoy son muchos los antropólogos empleados por organismos públicos, compañías de pesquisa, conjuntos independientes de presión, organizaciones indigenistas y agencias sanitarias para realizar labores de campo en entornos culturales, ya sean proyectos educativos, sanitarios o programas de desarrollo agrícola a gran escala en regiones rurales.
El desplazamiento hacia el estudio de métodos heterogéneos y diversificados, así como el apogeo de los métodos cuantitativos de pesquisa han promovido la necesidad de la pesquisa en conjunto. Antes, una pesquisa, por lo general, sólo implicaba a un jornalero de campo que se aislaba durante meses en algún poblado remoto; hoy, por el contrario, la mayor parte de los bocetos de campo precisan el amparo de diferentes profesionales, incluidos los consejeros estadísticos, biólogos, sociólogos y estudiantes colaboradores.
Por asunto de la metodología, los antropólogos han desarrollado vínculos sociales con las comunidades objeto de estudio. Estas relaciones numerosas veces han pasado a ser legítimas asociaciones que, en la mayoría de los casos, han bonificado a estas comunidades. A cambio, la aplicación pragmática de estos métodos ha abierto nuevos trayectos en la teoría social y biocultural.