Un dogma es una doctrina en la que la Iglesia propone de modo definitivo la verdad revelada de una manera que obliga al pueblo cristiano en su conjunto a seguirla. Esta definición es la que se puede encontrar en un diccionario de teología. Para aquellos que no son expertos en este tipo de lenguaje, necesitamos una traducción y explicación más ampliada.
Para comprender la naturaleza de un dogma, es necesario aclarar ciertos supuestos, para no crear confusión desde el principio. El primer principio es que uno siempre se refiere a la Revelación, es decir, es una expresión definitiva de la Iglesia que alguna vez en su historia, cristaliza en un comunicado que aclara algunos aspectos de la revelación de Dios a la humanidad. El clímax de la revelación de Dios es Jesús. Esta manifestación de Dios es testigo en la Escritura y la tradición de la fe y el Magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos. Lo que la Iglesia tiene que hacer es, hasta cierto punto, explicar algunos aspectos de esta revelación. Podemos entender que el dogma es una verdad y, al mismo tiempo, una ley para seguir por la comunidad.
El segundo aspecto es la cuestión de la verdad del dogma. Es indispensable reflexionar sobre el concepto de verdad, que tienden a asociarse con la verdad objetiva y científica, es decir: lo que es verdad se puede demostrar empíricamente, que corresponde a nuestra observación. La noción bíblica de la verdad, que participa en la naturaleza del dogma, es otra distinta ya que se basa en un principio de fe.
Para los religiosos, un dogma no es una realidad que viene de la nada, sino que es esencialmente un punto de partida de una tradición de fe, tomada a menudo como referencia a lo largo de los siglos. Siendo escritos de una época determinada y condicionada por las circunstancias, su contenido es inmutable, sin embargo, su formulación debe ser traducida, estudiada y aplicada a las circunstancia de cada tiempo y lugar. Un dogma no añade nada a la Revelación, pero lo explica de otra manera lo que está ya en la Escritura o que viene siendo vivido a lo largo de la experiencia de la fe de la Iglesia como un todo.