El pensamiento de los cínicos es sólo una de las varias corrientes de pensamiento que surgió en la época helenística. Junto con epicúreos y estoicos, el cinismo es considerado como una escuela filosófica y no por ser una doctrina sistemática, sino por la elección de un estilo de vida que se manifestó en contra de los cambios que se produjeron en Grecia durante el periodo de dominio macedónico.
Fundación del cinismo
No hay certeza sobre quien fundó el cinismo. Diógenes fue sin duda su figura más llamativa. Su estilo de vida se opone tanto a filósofos como a los no-filósofos. El cínico rechaza el estilo de vida basado en la investigación científica, y también lo que los hombres suelen considerar como elementos esenciales: las normas, la vida en sociedad, la propiedad, el gobierno, la política, etc.
La práctica de la vida se basa en la desvergüenza deliberada. Por ejemplo, los cínicos sexo en lugares públicos, comían utensilios sin preparar los alimentos debidamente, no utilizaban ropa –pues eran nudistas- entre otras actividades que desafiaban los estilos tradicionales de vida. Su intención era no adaptarse a las conveniencias sociales y a la opinión generalizada. También los cínicos despreciaban el dinero, mendigaban, no querían tener una vida estable, no tenían ciudad –eran nómadas-, ni casa, ni patria. Son miserables, errantes, vivían el día a día. Solamente tenían lo necesario para su supervivencia.
El cinismo: escuela filosófica
El cinismo se puede considerar una escuela filosófica, a pesar de que sus representantes no han dado ninguna instrucción en una escuela. Sin embargo, la relación que existía entre el maestro y el discípulo da una educación de carácter cínico. El contenido filosófico de la escuela cínica tiene poca expresión. Los cínicos no se pegan a los constructos teóricos en cualquier tema al afirmar que el movimiento no existía.
Diógenes, por ejemplo, se limitó a pararse y caminar. La filosofía cínica es sólo una opción de vida, la elección de la libertad absoluta o total y las necesidades de la independencia de las cosas inútiles, negándose a presentar el lujo y la vanidad en sus vidas sociales.
Existe la anécdota de Diógenes que estaba tomando su sol miente cuando llegó a Alejandro Magno (emperador que gobernó Grecia) y diciendo que le daría todo lo que quería. Diógenes le dijo, entonces, que le gustaría que el dueño del mayor imperio hasta entonces conquistado simplemente saliera de su frente, pues estaba atrapando su baño de sol, lo que muestra el grado de incorruptibilidad en la que el cínico reposaba.
Pirro, exponente del cinismo
Otro gran exponente de la escuela cínica fue Pirro. Este, contra toda prudencia, luchó contra todo tipo de riesgos y peligros. Dicen que seguía hablando, incluso cuando su audiencia ya se había ido. También se dice que una vez, al ver a su maestro Anaxarco caído en un pantano, pasó sin rescatarlo y entonces el maestro le felicitó, alabando a su indiferencia y desapego.
Pirro tenía un comportamiento que se corresponde con una opción de vida que se resume perfectamente en una sola palabra: indiferencia. Él no hace distinción entre lo que se considera peligroso o no, entre lo que es bueno o es malo.
Pirro no le daba importancia a estar en un lugar u otro, no toma en cuenta las sentencias que consideramos las tareas por encima o por debajo, no distingue entre lo que se llama el placer o el dolor, la vida o la muerte. Todo esto depende del valor que los seres humanos atribuyen valor a las cosas y todo el fruto de un convenio.
La filosofía de Pirro es establecerse en un estado de igualdad consigo mismo con total desprecio de la independencia absoluta de la libertad interior, el impasible, tranquilo, imperturbable, los estados que consideraban divinos. Para este tipo de filosofía, la virtud es la indiferencia absoluta, el “pasotismo”.
Para adquirir la indiferencia es necesario poder librarse de todo lo que pueda corromper a uno, por la debilidad humana, los bienes materiales, la lujuria, los placeres, las ocupaciones convenios, para alcanzar un estado de naturalidad. Para Pirro, el ideal del hombre es ser un «buen hombre», y esto sólo se logra a través de la práctica de la indiferencia, huyendo del hombre social, corrompido por las costumbres y convenciones.
Por lo tanto, la filosofía de Pirro, como la de Sócrates, es la vida misma, no contemplativa, en un ejercicio centrado en la transformación del modo de vida que promueve la verdadera paz interior y el municipio o la libertad absoluta del hombre indiferente.