Arte del renacimiento, estilo artístico que se manifiesta en pintura, escultura y arquitectura en toda Europa en torno a desde 1400 hasta 1600. Los dos aspectos fundamentales de este movimiento son la imitación de las formas clásicas, inicialmente desarrolladas en la antigüedad griega y romana, y el penetrante desasosiego por la vida profana que se manifiesta en un ascendente interés por el humanismo y la aseveración de los valores del individuo. El renacimiento se corresponde en la historia del arte con la era de los grandes hallazgos, impulsados especialmente por el anhelo de examinar todos los trazos de la naturaleza y del mundo.
A lo largo del renacimiento, los artistas no eran considerados más que meros artesanos, al igual que en la edad media, sin embargo por vez primera fueron vistos como personalidades independientes, comparables a poetas y a escritores. Es en este momento en el momento en que comienzan a evidenciar una consideración social superior e comienzan una conducta intelectual diferente, la del artista como teórico además de ejecutor, que se reforzará sucesivamente a lo largo del renacimiento. Buscaban nuevas soluciones a conflictos visuales y formales, y muchos de ellos realizaron experimentos científicos. En este entorno, se desarrolló la perspectiva lineal, donde las líneas paralelas se representan como convergentes en un punto de fuga. En consecuencia, los pintores comenzaron a ser más reclamantes con el tratamiento del paisaje, por lo que brindaron mayor atención a la manera de representar los árboles, las flores, las plantas, la distancia de las montañas y los cielos con sus nubes. Los artistas estudiaron el efecto de la luz natural, así como el modo en el que el ojo percibe los diversos elementos de la naturaleza. Desarrollaron la perspectiva aérea, conforme la cual los objetos perdían sus contornos y su color a tenor de la distancia que los alejaba de la vista. Los pintores del norte de Europa, especialmente los flamencos, eran más avanzados que los artistas italianos en la representación del paisaje y contribuyeron al desarrollo del arte en toda Europa al insertar el óleo como una nueva técnica pictórica.
A pesar de que el retrato se consolidó como género específico a mediados del siglo XV, los pintores renacentistas consiguieron la cima con otro tipo de pintura, histórica o narrativa, en la que las figuras contextualizadas en un paisaje o en un marco de fondo, expresan pasajes de la mitología clásica o de la tradición judeo-cristiana. Dentro de un entorno, el pintor representaba hombres, mujeres y niños en desemejantes poses, que además exponían múltiples reacciones emocionales y estados anímicos.
El renacimiento de las artes coincide con el avance del humanismo, en el que sus incondicionales estudiaban y traducían escrituras filosóficas. Se reavivó el uso del latín clásico. Igualmente fue una fase de hallazgos de nuevas tierras; las embarcaciones se realizaron a la mar en busca de nuevas rutas hacia Asia, que dieron como resultado el hallazgo de América. Pintores, escultores y arquitectos sentían las mismas ansias de aventura y el anhelo de ampliar sus conocimientos y alcanzar nuevas soluciones; tanto Leonardo da Vinci como Cristóbal Colón fueron, en cierto sentido, descubridores de mundos absolutamente nuevos.
El primer centro donde apareció el renacimiento fue Italia. El substrato suministrado por la antigüedad grecorromana fue una perseverante en el mundo italiano, que vio evolucionar su lenguaje, recogido en un código en el año 1300, desde el latín de los romanos. Italia era el depósito de un gran reparto de miserias clásicas. Se hallaron restos de arquitectura romana prácticamente en casi todas las ciudades. La escultura romana, especialmente los sarcófagos de mármol ornamentados con relieves, se transformaron en los ejemplos más comunes.