Cuando estudiamos el descubrimiento de América en los pupitres de la escuela, pronto nos enteramos de que el navegante Cristóbal Colón fue el primero en asentarse en esas tierras lejanas de Europa. De hecho, la información resulta incorrecta por dos razones: en primer lugar, América fue descubierta ya por muchas poblaciones de nativos desde hace miles de años y, en segundo lugar, el primer europeo que se encuentra en esas tierras fue el vikingo Leif Eriksson.
Partiendo de la tradición oral vikinga, esta historia se remonta a la vieja tradición de que estas personas tenían sobre la exploración y conquista de nuevas tierras. Según sus relatos, todo habría comenzado cuando ‘Eric, el Rojo’, a finales del siglo X, fue expulsado de Islandia tras cometer asesinato. Mandado hacia Groenlandia, este vikingo construyó una granja y constituyó su familia. Fue de ahí que, Leif Eriksson, uno de sus tres hijos, quedó fascinado con las historias de marineros que hablaban de la presencia de tierras al oeste.
Llegando a la actual región de Terranova (Canadá), el vikingo habría bautizado el terreno como Vinland. Para los historiadores, el significado atribuido tiene grandes controversias, siendo traducido como ‘Tierra de las Uvas’ o ‘Tierra del Pasto’. La confirmación de la aparición de los vikingos al territorio americano sucedía en 1960, cuando una expedición liderada por Helge Ingstad levantó una serie de artefactos y antiguas ruinas que antes eran atribuidas erróneamente de origen indígena.
A desemejanza de los colonizadores españoles, la presencia de los vikingos en suelo americano no iba a durar mucho tiempo. Otros relatos de los pueblos vikingos sugieren que su breve estancia fue motivada por los ataques de los pueblos locales llamados de ‘skraelings’ (hombres feos). En cambio, muchos estudiosos sugieren que las condiciones de la tierra y las dificultades de asentamiento justificarían la salida del continente americano.