En el siglo XIX, un arqueólogo alemán llamado Ferdinand Von Richthofen establece el nombre de una de las más famosas rutas comerciales y religiosas de todos los tiempos, la llamada Ruta de la Seda. Antes de que se
eligiera ese nombre, ese camino, con más de 7.000 kilómetros ya era utilizado hace más de 10.000 años por aventureros, peregrinos comerciantes, clérigos, monarcas y soldados. El lugar fue recorrido desde sus comienzos a pie o a lomos de animales, partiendo desde la parte siria del Mar Mediterráneo a los territorios chinos de Xiang.
La importancia más antigua de ese camino se encuentra en el proceso de dispersión –todavía en la Prehistoria– de las comunidades humanas del continente africano para diversas regiones de Asia y de Oceanía en busca de mejores condiciones de vida. Siglos más tarde, sería esa misma vía de acceso que determinaría la penetración de los pueblos indoeuropeos en Oriente Medio. Tal ocupación daría lugar a los pueblos semitas que, a su vez, establecerían la génesis de árabes y judíos.
En el siglo VI a.C., la unificación territorial llevada a cabo por el Imperio Persa fue el primer paso para diversas actividades comerciales organizadas por las personas comprendidas en esta civilización. Los comerciantes que salieron del África Occidental transportaban marfil africano, oro, pieles de animales, vino y animales. En contraste, los territorios chinos más distantes ofrecían hierbas aromáticas, perfumes y tejidos de seda.
En realidad, las caravanas no recorrían toda la extensión de la Ruta de Seda. Con el tiempo, percibimos que ciertas ciudades fueron responsables por añadir comerciantes que se concentraban en apenas un tramo del recorrido. De este modo, vemos que el comercio se transformó en una actividad que organizó el escenario social, económico y político de diferentes puntos de ese gran territorio. Entre los siglos III y IV, la invasión de los hunos marcó el periodo menos seguro para que las comitivas de comerciantes se moviesen.
En el siglo VIII, la parte occidental de la ruta comenzó a ser dominada por los árabes, que realizaron la conquista de las tierras de Persia. Siglos después, exactamente en el siglo XII, los caballeros y soldados de Gengis Khan tomaron Asia Central, el Norte de China y los territorios tibetanos. Contrariamente a lo que pueda parecer, el gobierno militar de Mongolia fue de gran ayuda para la economía al comercio en la Ruta de la Seda que se mantuvo viva durante varios siglos. Con el simple pago de tasas, los mercaderes obtenían dinero del comercio y el tráfico.
Incluso en la época medieval percibimos que el Renacimiento comercial fomentó la división de aquella visión del mundo limitada en tiempos feudales. En ese periodo, los famosos viajes de Marco Polo dieron cuenta de paisajes, costumbres y ciudades que ampliaban las perspectivas de la época. A lo largo del tiempo, el cierre de esa vía de comercio incentivó la realización de grandes navegaciones. De tal modo, el hombre europeo comenzó a constituir nuevas rutas de comercio a través de los mares y continentes.