La educación debe centrarse en la formación para la vida, no sólo para la universidad o el trabajo. El objetivo final no puede ser en última instancia conseguir un trabajo o hacer dinero, aunque eso es importante. El propósito debe ser el pleno desarrollo de cada individuo, de sus facultades y competencias, la autonomía personal y la integración social.
Idealmente, la educación y el trabajo se unen como una misma vía para la realización personal y la convivencia con los demás.
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