Los misterios dionisiacos, de la Antigua Grecia, eran los cultos al dios de la vida y de la vegetación, Dionisio. Eran cultos realizados por esclavos y forajidos. Durante el festejo se usaban agentes tóxicos, en la mayor parte, vino, que servían para inducir al trance. En los rituales sacrificaban cabras, corderos y vacas y comían carne cruda. No se tienen fechas exactas pero se piensa que ocurría en torno al siglo VII a.C.
En esta celebración los participantes se volvían salvajes, dominados por la violencia y el frenesí, ejecutando danzas y movimientos agitados. Los delirios, gritos y experiencias extáticas tenían frecuente ocurrencia. Dionisio revelaba una embriaguez divina, una sapiencia que trascendía el conocimiento.
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