La crisis económica europea irrumpió en los años finales de la primera década del siglo XXI, de 2008 en adelante. Esos países fueron afectados por la crisis iniciada en los Estados Unidos, con la quiebra de bancos y baja recaudación de fondos.
Una buena parte de Europa que venía mostrando crecimiento económico, como Islandia, Irlanda, Portugal, España, Italia, Grecia y Francia, han mostrado una fuerte crisis económica por factores internos y externos. El país más rico de Europa, Alemania, no fue afectado significativamente, pero necesitó de otros miembros de la Unión Europea para formular medidas de reestructuración económica y planes de rescate financiero para esos países.
Esas medidas impopulares envuelven limitaciones de crédito, gastos y pago de deudas, significando para la sociedad un aumento de precios, fuerte inestabilidad laboral, elevación del desempleo y precariedad económica en las rentas medias y bajas. Muchas quiebras ocurrieron, la población sufrió una disminución en la calidad de vida, entre otros factores. Todavía hoy, esos países se recuperan del caos económico causado.
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