Un testigo que vio, vale por dos; y si vio y oyo, por ciento dos.
Dice que cuanto mas completo sea el testimonio de una persona, mas valor tiene en la causa a que se aplica. Asi sucedio con Ibico, el poeta ateniense, quien cuando expiraba en medio del campo, a manos de sus asesinos, tomo por testigos del crimen a unas grullas que pasaban volando. Algun tiempo despues uno de los asesinos acerto a ver pasar otro bando de grullas y exclamo, sobrecogido: Mirad Los testigos de Ibico Y al delatarse asi publicamente, vinieron todos a caer en manos de la justicia.
Un testigo que vio, vale por dos y si vio y …
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