Para poder entender el origen de la razón en la Ilustración, nos vemos obligados a retirar los ojos de tantos acontecimientos que han marcado el siglo XVIII, el Siglo de las Luces. Entre ellos, se presta especial atención al debate realizado por el filósofo francés René Descartes. Viviendo en el siglo anterior a la Ilustración, el filósofo establece los avatares intelectuales que explican muchos de los conceptos defendido los ilustrados.
Según él, la razón es la única manera segura en la que puede ser obtenido el conocimiento del mundo. En particular, la visión racionalista de Descartes defiende la posibilidad de alcanzar una verdad absoluta, indiscutible. Para desarrollar este conocimiento hay que dudar. El pensamiento cartesiano centra su fundamento en la duda como una acción necesaria ante todo el conocimiento acumulado previamente sobre un tema.
Transcurrido el momento en que nuevas preguntas surgieron, fue necesaria que la experimentación y la observación fueran realizadas para abrir nuevos caminos que dieran una mayor y mejorada explicación del objeto de estudio. Las nuevas conclusiones elaboradas deberían, entonces, formar una serie de leyes que pudieran agotar todos los aspectos de comprensión del objeto. A medida que se mostraba eficaz, esas leyes comprobarían la tesis elaborada por un experto.
Este camino consiste en la duda, la experimentación y la formulación de leyes y demuestra claramente las influencias que llegan a predominar en la constitución de los preceptos de la racionalistas de la Ilustración. En el siglo XVII, la razón cartesiana fue apoyada claramente por el gran número de obras, teorías y conceptos desarrollados en las ciencias naturales. Áreas de conocimiento tales como matemáticas, física aplicada y astronomía seguían conceptos similares a los sugeridos por Descartes.
Cuando llegamos al siglo XVIII, vemos que muchos de los intelectuales que idearon las instituciones políticas, las relaciones sociales y la economía se vieron influidos de alguna manera por las concepciones de la verdad, la razón y el conocimiento acumulado previamente. Del mismo modo que Kepler y Newton podría teorizar racionalmente las leyes de la física y la astronomía, pensadores como Montesquieu y Adam Smith pensaban que era posible entender los principios y objetivos de las instituciones humanas.
Es cierto que estas nociones ofrecidas por el pensamiento cartesiano podían establecer varios puntos de principios de la Ilustración. En lo político, por ejemplo, muchos pensadores de la Ilustración comenzaron a ser imprudentes en la fusión entre los asuntos políticos y los valores religiosos. Además, a través de la reflexión sobre la condición humana, no se podía aceptar la validez de las tradiciones jurídicas derivadas del mundo feudal.
De esta manera, observamos que las concepciones del pensamiento cartesiano son responsables para el desarrollo de un concepto bastante rígido de la razón. En el siglo XIX, el racionalismo positivista llegó a sobrestimar el racionalismo llegando a no establecer los límites del mismo y representando una de las varias formas en las que podía observarse el mundo.
A lo largo del siglo XX, los nuevos descubrimientos en el campo de las ciencias humanas y exactas colocaron la razón cartesiana en declive.