Checoslovaquia es fruto de la unión entre las naciones Checa y Eslovaquia tras la Primera Guerra Mundial, durante la fragmentación del imperio Austro-Húngaro. Al final de la Segunda Guerra Mundial, las tropas soviéticas liberaron el país del nazismo. La implantación del modelo socialista tuvo su origen en 1948, momento en que los comunistas, dirigidos por Klement Gottwald (1918-1989) dieron un golpe de Estado.
En la década de los años 60, el moderado comunista Alexander Dubcek inició una serie de reformas democráticas en el país, que se conocieron como Primavera de Praga. Sin embargo, Moscú no aceptó esta vez y en 1968, las tropas soviéticas invadieron Checoslovaquia y forzaron un retorno a la línea dura. A finales de los 80, las reformas provocadas por Gorbachov promovieron la Revolución de Terciopelo, llamado así por promover el cambio sin violencia.
En julio de 1990, el escritor checo Vaclav Havel, líder de la oposición democrática, fue elegido presidente y pronto dio paso a las reformas económicas y políticas. Sin embargo, un movimiento separatista comenzó dentro de la nación eslovaca y se convirtió en irreversible en 1992, por lo que el 01 de enero 1993 dividió Checoslovaquia en dos Estados: la República Checa y República de Eslovaca.