Las alianzas políticas entre los estados europeos marcaron todo el final del siglo XIX e inicio del siglo XX y fue uno de los factores responsables por el surgimiento de la Primera Guerra Mundial. Esta política fue iniciada por Bismarck, canciller de Prusia, que pretendía aislar a Francia en Europa, y para eso estableció alianzas con otras potencias europeas (Austria-Hungría e Italia).
Con la agudización de las contradicciones entre los países imperialistas europeos, éstos buscaron establecer alianzas defensivas. Inglaterra, que siempre fue antagónica a Francia, se alió a ésta y las dos se aliaron a Rusia, aunque ella fuese enemiga de Inglaterra. A esa alianza se le dio el nombre de Triple Entente y estuvo formada por Francia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y el Imperio ruso.
Los alemanes necesitaban un refuerzo para una futura lucha contra los británicos y los franceses, razón por la cual se vieron motivados a firmar un acuerdo de amistad con el Imperio Austro-Húngaro.
Italia, estando ofendida por el hecho de Francia haber tomado Túnez, considerada por los italianos como territorio propio, hizo un acuerdo con Austria. A esa alianza se le dio el nombre de Triple Alianza y estuvo constituida por Alemania, Imperio Austro-Húngaro e Italia y, más tarde, Imperio Otomano (1914) y Bulgaria (1915).
Alianzas más pequeñas aumentaron los dos grandes bloques: del lado de la Entente (Francia, Inglaterra y Rusia) entraron Japón, Serbia, Rumania y Grecia y, en el lado de la Triple Alianza entraron Albania y Bulgaria.
Otro factor importante fue después de que comenzara la guerra, muchos de los participantes de un bloque se pasaron a otro en función de sus intereses.
Y así fue cómo ocurrió la formación de las alianzas europeas.