Parte fecundante de la flor, el polen es una de las materias primas utilizadas por las abejas para hacer miel y para alimentar a las nuevas generaciones de abejas.
El polen tiene una gran cantidad de proteínas (cerca del 35%) en su composición, por lo que podría ser un buen complemento para quien tiene una alimentación vegetariana o macrobiótica. También contiene una gran variedad de aminoácidos, entre ellos: triptófano, histidina, metionina, leutina, isoleudna, treonina, fanilalanina. También contiene ácido glutámico, arginina, cistina, lisina, entre otros.
El polen tiene todavía una cantidad considerable de diversos hidratos de carbono (aproximadamente 40%), entre ellos la lactosa.
El polen contiene una cantidad considerable de flavonoide y que confiere al polen una de las más preciosas virtudes, el combate a la fragilidad capilar. Con efecto, el flavonoide refuerza la pared de los vasos sanguíneos y es incorporada en suplementos alimentarios y productos farmacéuticos destinados al tratamiento de la debilidad vascular.
El polen es muy rico en vitaminas teniendo en su constitución beta caroteno (provitamina A), y la mayor parte de las vitaminas del grupo B (B1, B2, B5 o PP, B6) y vitaminas C, D, E y P.
Se encuentran igualmente en el polen enzimas, que ayudan a la digestión de los azúcares actuando sobre la utilización de los fosfatos por el organismo; de igual manera, el polen tiene sustancias hormonales, algunas de ellas implicadas en el crecimiento y otras que sirven como estimulantes del sistema endocrino.
Una de las principales cualidades de polen es su contribución en la estabilización del equilibrio nervioso. Se recomienda para la astenia, la neurastenia, la depresión, el agotamiento y la fatiga nerviosa e intelectual.
El polen actúa en el sentido de estabilización y equilibrio. Por lo tanto, se puede utilizar al mismo tiempo, en el tratamiento de la pérdida de peso y la obesidad. Esto se debe a su influencia sobre el sistema glandular.
Esta acción armonizadora se nota igualmente en la regularización de las funciones intestinales; el polen actúa de forma eficaz en relación a la presión del vientre, como en casos de diarrea. Gracias a su actividad bacteriostática (especialmente en presencia de colibacilo), el polen es un protector de la flora intestinal, oponiéndose a la putrefacción (entre otros, en los casos de colitis).
El polen es también un elemento de protección, que se opone al desarrollo de variedades microbianas determinadas. Estimula las funciones gástricas (con efectos favorables sobre el apetito, la digestión y la defecación). Contribuye a la regeneración de la sangre, especialmente el aumento de la hemoglobina, por lo tanto, se puede utilizar con buenos resultados en los casos de anemia, debilidad y fatiga excesiva.
Las dosis recomendadas de polen para adultos es de dos cucharadas al día. Esta dosis se puede aumentar al doble si es necesario.
Uno de los atractivos del polen es su fácil disponibilidad en el mercado a un precio relativamente barato. Además, es esencial para el equilibrio del cuerpo humano.
Un recordatorio, el polen tiene poca resistencia a la humedad, por lo que deben mantenerse en un recipiente sellado.