La poliomielitis, también conocida como parálisis infantil, es una infección que se produce a través de un virus de ARN (el poliovirus) que presenta tres serotipos: I, II y III.
Información sobre la enfermedad
Después de instalarse en su huésped, el virus se somete a un período de incubación que puede variar de 2 a 30 días, pero en general, este periodo cumple un rango de 7 a 12 días.
Transmisión
La transmisión de la enfermedad se produce por contacto directo con las heces (materia fecal) o secreciones de la boca de la persona infectada (por vía oral).
Los síntomas y manifestaciones
La poliomielitis es una enfermedad infecciosa viral aguda, que tiene como una de sus características, sus diferentes tipos de expresiones, tales como: fiebre inexplicable y espontánea, infecciones, meningitis aséptica, parálisis y óbito.
A pesar de todas estas manifestaciones, su cuadro clínico más común en la parálisis general que afecta a las extremidades inferiores que por lo general aparece repentinamente. Se acompaña de otras expresiones orgánicas como fiebre, asimetría, flacidez de los músculos, sensibilidad conservada y secuelas tras dos meses de inicio de la enfermedad.
Existe además una parálisis menos común que afecta a los músculos respiratorios y de deglución; en este caso, existe el riesgo de muerte para las personas con este tipo de parálisis.
Ambos tipos de parálisis pueden tener secuelas, que pueden ser tanto secuelas paralíticas (como es el caso de la parálisis de miembros inferiores) o, hasta parada respiratoria, debido a la parálisis de los músculos respiratorios.
Prevención: la vacuna
La mejor manera de prevenir esta enfermedad es la prevención mediante la vacunación. La vacuna antipoliomielítica es la VPO-Sabin (vacuna de la polio oral) y debe ser tomada por todos los niños desde los dos meses de edad; la segunda dosis ocurre a los 4 meses; la tercera dosis a los 6 meses y, después de este periodo, un refuerzo a los 15 meses.