La lactoferrina está presente en grandes cantidades en la leche materna, más precisamente en el calostro (primera leche de la madre que se produce después del parto). La lactoferrina asume el rol de antibiótico natural, que parece muy propicio para el recién nacido, una vez que es susceptible a las infecciones en los primeros meses de vida.
A medida que pasa el tiempo, disminuye la cantidad de lactoferrina presente en la leche materna, que era originalmente de 15 gramos por litro de leche. Ahora comprendamos un poco acerca de la química de esta sustancia.
La lactoferrina tiene la capacidad de retener los átomos de hierro impidiendo que ellos sean robados por las bacterias. Estos, a su vez, se desarrollan en presencia de hierro.
Un adulto tiene concentraciones de lactoferrina en el cuerpo, cuya función es el transporte del hierro evitando que este genere radicales libres.
Ante lo indicado, debemos considerar la posibilidad de que la adición de esta sustancia a otras formulaciones alimentarias, como por ejemplo, a la leche de vaca. Así, los adultos también tendrían una fuente más de protección.
