Desde finales del siglo XVIII, la Revolución Francesa no sólo ideó una transformación de las estructuras políticas que regularon tal nación. Como bien sabemos, los ideales de esa revolución fueron de suma importancia para que la oposición al Antiguo Régimen sucediera y las antiguas estructuras de pensamiento político, social y cultural de Europa sufriesen alteraciones significativas. Bajo este aspecto, debemos resaltar la ilustración como el más importante ideario empleado en esas inéditas reivindicaciones.
No restringiéndose al ambiente europeo, los ideales de la ilustración propagados por la Revolución Francesa revivieron el sentir en el continente americano, lugar donde las luchas por autonomía rompieron con los amarres del pacto colonial. Incluso teniendo la búsqueda por igualdad y libertad como punto en común, no podemos simplemente pensar que las poblaciones americanas se dieron al simple trabajo de imitar un ideal extranjero. A fin de cuentas, los agentes políticos y sociales de las Américas fueron otros.
En primer plano, es importante resaltar que los europeos adoptaron la ilustración por medio de la acción política burguesa y que tal clase social chocó con los obstáculos de origen feudal en busca de una economía basada en la libre competencia y la organización de un Estado que coloca a todos sus integrantes bajo la vigencia de la misma ley. En la práctica, esa igualdad se muestra bastante cuestionable en el momento en que los nuevos gobiernos y la burguesía vetan la participación de los populares.
En las Américas, este tipo de contradicción es bastante próximo, desde la formación de una elite privilegiada y la explotación laboral son trazos típicos de la experiencia colonial de este espacio. De hecho, son los propios miembros de esa élite que, mediante los cambios vividos en el capitalismo, capitanean los movimientos de emancipación política en las América, defendiendo los ideales de libertad de la ilustración, teniendo solamente en vista el refuerzo de su relación económica con las grandes potencias capitalistas.
Con esto, vemos que la antigua dependencia de fondo colonial se agrava aún más con la implementación de políticas económicas visiblemente ligadas al refuerzo de una economía agroexportadora y dependiente de los productos industrializados de los grandes centros urbanos extranjeros. Sustentando tal proyecto, de orden burgués, vemos que América seguía siendo escenario de las luchas históricas de campesinos, trabajadores urbanos y ex-esclavos todavía atormentados por el dolor de la exclusión.
Analizando la repercusión del iluminismo en la experiencia americana, vemos que su efectividad no puede fundamentar transformaciones que de hecho transformasen la libertad y la igualdad en condiciones ampliamente compartidas. Por el contrario, algunos de los problemas de edad colonial todavía se muestran vivos en la debilidad de nuestras instituciones políticas, en las varias barreras económicas que nos aflige y en el todavía vivo interés en buscar modelos de resolución pensados en otras civilizaciones.