Después del estallido de la Revolución de Avis, de 1383, Portugal pasó por un proceso de cambios donde la nacionalización de los impuestos, leyes y ejércitos favorecieron la ascendencia de las actividades comerciales de su burguesía mercantil. La prosperidad material lograda a través de este paquete de medidas ofrece las condiciones para la inversión en nuevos contratos comerciales.
Durante este período, las principales rutas comerciales fueron dirigidas en tránsito entre las naciones mercantilistas de Europa y Asia (China, Persia, Japón e India). Parte de este intercambio de mercancías ha sido intermediada por musulmanes que, a través del mar Mediterráneo, introdujeron las especias orientales en Europa. Por los caminos terrestres, los comerciantes italianos monopolizaron la entrada de productos importados desde Oriente para el continente europeo.
La burguesía portuguesa, buscando deshacerse de los altos precios cobrados por estos intermediarios y deseando mayores beneficios, intentó consolidar nuevas rutas marítimas para hacer contacto directo con los comerciantes del este. Patrocinados por el interés de Enrique el Navegante, múltiples navegadores, cartógrafos, cosmólogos y marineros estaban reunidos en la región de Sagres (Portugal), que se convirtió en un importante centro de tecnología marítima de la época.
En 1415, la conquista de Ceuta ha iniciado un proceso de consolidación de las colonias portuguesas en la costa africana y algunas islas del Océano Atlántico. Este primer momento de expansión marítima portuguesa habría alcanzado su apogeo cuando las naves portuguesas cruzaron los mares más allá de Tormentas (actual Cabo de Buena Esperanza), que hasta entonces era uno de los límites del mundo conocido.
Es interesante notar que incluso con las innovaciones tecnológicas y el gran interés comercial del mundo moderno, muchos antiguos mitos antiguos y medievales volvieron la experiencia en un gran reto. Marineros y navegantes de la época temían la brutalidad de los mares más allá del cabo de las Tormentas. Varios informes se refieren a las temperaturas calientes y las bestias del mar que habitaban esas regiones marítimas.
En 1497, Vasco da Gama emprendió las últimas exploraciones que cumplen la ruta hacia las Indias, vía la circunnavegación del continente. Con este descubrimiento, el proyecto de expansión marítima de Portugal parecía haber concretizado sus planes. Sin embargo, las explotaciones marítimas españolas tempranas entraron en un concurso entre Portugal y España que allanó el camino para una serie de acuerdos diplomáticos (Bula Inter Caetera y Tratado de Tordesillas) que fijaron los territorios a ser explorado por ambas naciones.
El proceso de expansión marítima portuguesa alcanzó su apogeo cuando, en 1500, el navegante Pedro Álvares Cabral anunció el descubrimiento de tierras brasileñas. Incluso reclamando el descubrimiento en aquel momento, algunos historiadores sostienen que este descubrimiento fue establecido previamente. Años más tarde, con el surgimiento del proceso de expansión marítima de otras naciones europeas y el declive de los emprendimientos comerciales portugueses en el este, las tierras de Brasil se convirtieron en el foco principal del mercantilismo portugués.