El proceso de expansión territorial fue agente decisivo para que este reino se enriqueciese y se transformara en uno de los más poderosos imperios de toda la antigüedad. Sin embargo, sin antes contar con una política de distribución de las tierras conquistadas, percibimos que la riqueza generada por esas propiedades ocasionó fuertes tensiones políticas en el interior de la República romana.
Con el tiempo, los grandes terratenientes – mayormente patricios ligado al Senado – pasaron a amenazar la subsistencia de los pequeños agricultores. Sin embargo, algunas transformaciones en la organización política de las asambleas eran de suma importancia para que cambiase esta situación. Alrededor del siglo II a.C., una nueva ley instituyó la adopción de la votación secreta para la elección de los magistrados.
Esta transformación ha permitido a que los hermanos Tiberio Sempronio Graco y Cayo Sempronio Graco, de la familia de los Gracos, fueran elegidos como tribunos de la plebe y elaborasen leyes que darían lugar a una gran reforma agraria en territorios romanos. En el 133 a.C., Tiberio Graco fue elegido tribuno de la plebe y obtuvo la aprobación de una ley que definía la extensión de las tierras de la nobleza y que permitió la distribución de tierras públicas a los menos afortunados.
Sin embargo, a pesar de promover una transformación beneficiosa a una porción significativa de la población romana, la misma no tenía el apoyo popular necesario para consolidar su proyecto. Acusado de tiranía, por haber depuesto a un tribuno y lograr su reelección, Tiberio fue asesinado junto a otros 500 políticos que apoyaron el proceso de redistribución de tierras. Su muerte se producía un año después de la toma de poder.
En el año 125 a.C., una reforma de ley romana pasó a autorizar la reelección de los tribunos de la plebe. Aprovechando ese cambio, Cayo Graco asumió su segundo mandato como tribuno, en el 123 a.C. y decidió retomar el proyecto de reforma agraria de su fallecido hermano. Sin embargo, para que sus objetivos fueran alcanzados, tuvo el cuidado de ampliar sus bases de apoyo político.
Inicialmente, buscó el apoyo de los caballeros romanos mediante la adopción de una ley que permitió la participación de aquellos en la administración de las provincias y en la organización del poder judicial en esta región. Poco después, se acercó a las poblaciones vecinas a la ciudad de Roma. En un nuevo proyecto de ley, Cayo Graco otorgó ciudadanía plena a los latinos y la ciudadanía parcial (sin derecho a voto) con respecto a otros habitantes de la península itálica.
Alcanzada la formación de sus grupos aliados, este astuto tribuno estableció reformas que realizaron un nuevo modelo de distribución de las tierras conquistadas en Tarento y Capua. Además de eso, consiguió la aprobación de la Ley Frumentaria, que redujo el valor de la reventa de trigo para las personas más pobres. Reelegido en el 122 a.C., Cayo inició el proyecto de fundación de una colonia en Cartago.
Los patricios se sintieron afectado por tales cambios, buscando el apoyo de los plebeyos. Para lograr esto, la élite romana argumentó que los plebeyos podrían perder la exclusividad de sus privilegios con la extensión de la ciudadanía a las poblaciones vecinas. Sin demora, la plebe no concedió un nuevo mandato a Cayo Graco, quien en respuesta intentó organizar un golpe de Estado.
La acción generó una enorme agitación social que desestabilizó la escena política romana. El Senado decretó el estado de sitio y concede poderes ilimitados a los cónsules. Bajo la presión de los grandes terratenientes y de los senadores, Cayo Graco se refugiaría en la colina del Aventino con sus partidarios. Tomando nota de que no podía trazar una reacción, acabó ordenando que uno de sus siervos lo matase.
A pesar del proyecto de los hermanos Graco haber sufrido una severa oposición, otras figuras políticas intentaron retomar su proyecto. En el año 91 a.C., el tribuno Marco Livio Druso buscó aprobar una ley de redistribución de tierras. Pero una vez más, los grandes propietarios orquestaron un golpe que resultó en el asesinato del tribuno. A pesar de todo, el evento fue responsable por el estallido de la Guerra Social, que entre los años 90 y 89 a.C., señalizó las tensiones vividas por Roma por causa de la cuestión agraria.