El café es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Sólo en Brasil se consumieron más de 17 millones de sacos de café en 2007. Pero no siempre fue así. Al principio, hasta el año 1000 d.C., el café, originario de Etiopía, fue utilizado para alimentar al ganado durante los viajes largos. Servía como un estimulante.
Cuenta la leyenda que un día un pastor de Absínia (actual Etiopía), llamado Kaldi, decidió llevar hasta un monje conocido suyo el fruto de una planta que, según él, dejaba al rebaño alegre y dispuesto cuando se ingería. El monje, intrigado, quiso experimentar una infusión de aquellos frutos y percibió que realmente le ayudaba a quedar más tiempo despierto durante las meditaciones. A partir de ahí comenzaría a ser utilizado como alimento crudo y estimulante, pero todavía demoraría para que su uso terminará por extenderse.
Nadie sabe si esta leyenda es real o simplemente una leyenda, pero si es conocido el hecho de que el café comenzara a cultivarse por primera vez en monasterios islámicos en Yemen, en la Península Arábiga. A partir de ahí fue llevado a Constantinopla por el Imperio Otomano, donde se fundó la primera tienda de café del mundo, conocida como Kiva Han.
En el siglo XIV, cuando llegó al continente europeo, el café fue conocido como ‘vino de Arabia’ pues los árabes le llamaban de ‘qahwa’ que en su lengua significa vino. Pero, el café tostado como es consumido hoy solo surgió en el siglo XVI.
No fue difícil la difusión de café en el mundo árabe. Dado que su religión no permite el consumo de bebidas alcohólicas, el café comenzó a ser consumido incluso en los cultos religiosos. Así surgieron los sitios especializados en servir la bebida, especialmente en la ciudad de La Meca, donde pronto surgieron numerosas Kaveh Kanes, las primeras cafeterías.
Hasta el siglo XVIII el café fue considerado una joya por los árabes que conocían su potencial y eran los únicos que cultivaron la planta dominando su producción en todo el mundo.
A pesar de ello, el comercio o la bebida de grano llegó a Europa liderada por el vienés que fundó Botteghe del Caffé, el principal responsable de popularizar el hábito del café tostado y molido. Fueron también los vieneses quienes inventaron la costumbre de tomar café elaborado, endulzado y con leche. Así, hoy es popularmente conocido el café vienés.
Sin embargo, fueron los holandeses los pioneros en llevar la planta a Europa y hacer crecer las primeras plantas, procedentes de Mokha en la Península Arábiga, en el jardín botánico de Amsterdam. Igualmente de Holanda, se instauró en América del Norte en la llamada Nueva Amsterdam (hoy Nueva York) y Filadelfia. A partir de entonces, el café se extendió al resto del mundo. En primer lugar a las colonias holandesas en Java, a continuación, a Sumatra y las islas francesas de Borbón y Sandwich, para llegar a Brasil donde se transformaría en el mayor productor de café y el segundo mayor consumidor.