Suelen ser cuatro glándulas paratiroideas que tenemos en nuestros cuerpos. Estas glándulas endocrinas, del tamaño proporcional al de los guisantes, se encuentran en el cuello, con posterioridad a la glándula tiroides, es decir, después de ella.
Producen la hormona paratiroidea (hormona PTH o paratirina), responsable de la regulación del calcio y del fósforo en la sangre y aumentar la absorción de vitamina D. En una concentración más baja, dicha hormona retira el calcio en los huesos, enviándola a la circulación sanguínea y aumentando esta absorción en el intestino y su reabsorción en los túbulos renales.
La calcitonina – hormona secretada por la tiroides –, a su vez, aumenta la deposición de calcio en los huesos, haciendo acción inversa, con menos intensidad.
La disfunción en las glándulas paratiroideas en cuanto a la reducción de la producción de la hormona paratiroidea se traduce en la ausencia de gran cantidad de calcio, la acumulación de fósforo en la sangre y puede causar hiperirritabilidad o provocar que las células del músculo esquelético se contraigan de forma poco armoniosa – cuadro de tetania, pudiendo causar asfixia y hasta incluso la muerte. En la hiperfunción, el individuo está sujeto a lesiones renales, osteoporosis y quistes en los huesos.