Las estrellas son cuerpos celestes que están sufriendo un cambio constante. Este fenómeno se caracteriza por la evolución estelar, que consiste en la observación de las transformaciones de las estrellas durante su ciclo de vida. Este cambio de secuencia se produce lentamente y puede tardar miles de millones de años, así que los estudios se basan en pruebas realizadas con modelos informáticos.
La primera etapa de la evolución estelar es el nacimiento de una estrella. Por lo general, este hecho se produce en una región llamada guardería estelar, donde hay nubes moleculares gigantes formadas por gas y polvo. La gravedad es responsable de la unión de los gases con polvo, causando la pérdida de las partes más densas de la nube molecular.
Más tarde, una porción de unión que los gases con polvo gana densidad y calor, convirtiéndose en una especie de disco. Después de millones de años, este disco alcanza temperatura y densidad tan altas que sus átomos de hidrógeno se transforman en helio. Esa etapa marca el inicio de la fusión nuclear y el surgimiento de la estrella.
Las fusiones nucleares son constantes y son responsables de los cambios estructurales de las estrellas. El hidrógeno es el principal combustible para las reacciones de estos cuerpos celestes, pero cuando termina, el helio comienza a jugar ese papel, produciendo la expansión y el aumento de la energía dentro de las estrellas. Con el núcleo bastante calentado, las estrellas aumentan de tamaño y son de color rojo claro, siendo llamadas de gigantes rojas (estrella de masa media).
Entonces el tamaño determinará el destino de estas estrellas. Para los que tienen la misma masa que el Sol, el final del ciclo es la transformación en una enana blanca, compuesta por carbono y oxígeno. Para los cuerpos celestes con tamaño superior al del Sol, el fin del ciclo de vida puede tener dos resultados posibles: la explosión termonuclear de la estrella puede crear un agujero negro o bien originar estrellas de neutrones.