Las fuerzas intermoleculares, como su nombre indica, son las fuerzas que mantienen las moléculas de una sustancia unidas. Estas fuerzas se llaman también fuerzas de Van der Waals, nombrado en honor al físico holandés Johannes Van der Waals (1837-1923), que investigó y propuso la existencia de estas fuerzas.
Entre estas fuerzas, las que tienen intensidades más elevadas son los enlaces de hidrógeno. Este tipo de interacción ocurre cuando la molécula posee un hidrógeno (polo positivo) unido al flúor, nitrógeno u oxígeno, es decir, elementos muy electronegativos (polos negativos). Como esta fuerza es muy fuerte, origina dipolos muy acentuados y es necesaria una energía muy alta para romper las moléculas.
Los enlaces de hidrógeno existen entre las moléculas de agua
El hidrógeno (carga positiva) atrae el oxígeno (carga negativa) de las moléculas de agua vecinas. Así, ocurre el enlace de hidrógeno, donde cada molécula de agua queda circundada por otras moléculas de agua. Ese tipo de fuerza intermolecular es responsable de algunos fenómenos interesantes como la tensión superficial del agua, que permite que algunos insectos caminen sobre ella.
Las moléculas que se encuentran en la superficie del agua solo realizan enlaces de hidrógeno con moléculas situadas del lado o en la parte inferior de ellas, esto provoca la contracción del líquido, y crea una fuerza sobre las moléculas de la superficie. Esto causa la llamada tensión superficial, que es como una fina capa o película que envuelve el líquido. Esta propiedad es muy importante, pues la tensión superficial es encargada de controlar ciertos fenómenos de superficie, sustentando la vida de comunidades de microorganismos.