Para que el organismo humano funcione correctamente, este mineral se convierte en indispensable, porque participa en la composición de dos hormonas de la glándula tiroides (tiroxina y triyodotironina). El yodo es parte del desarrollo corporal, además de actuar sobre la mayoría de los órganos y participar grandes funciones en el sistema cardiovascular y nervioso.
El desarrollo de bocio, una enfermedad que provoca el aumento de la glándula tiroides (hipotiroidismo), es la principal consecuencia de la falta de yodo. Esta enfermedad se caracteriza por debilidad muscular, reducción en la tasa metabólica basal, reducción del crecimiento, cambios en la piel y el cabello.
Para éstos y otros requisitos, la adición de yodo en la sal de mesa se convierte en obligatoria para la prevención de enfermedades resultantes de la deficiencia de la misma. La dosis recomendada de yodo es de 150 microgramos por día para personas mayores de 14 años y 220 microgramos para mujeres embarazadas.
Fuentes de yodo: sal marina, pescado de agua salada y frutos del mar (langostas, ostras, camarones, sardinas, bacalao). La leche de algunas legumbres también contribuyen con el índice de yodo en el cuerpo, entre ellos: vaina, berros, cebolla, puerro, rábano y nabo.