El proceso para obtener jabón es una de las reacciones químicas más antiguas. Se sospecha que su origen fue a partir de la práctica de hervir grasa animal contaminada con cenizas cuando una especie de cuajo se formó durante el proceso; éste sería uno de los descubrimientos más importantes de la historia.
Alrededor del año 23-79 d.C., el historiador romano Plinio, el Viejo, dejó registrado el método de obtención del jabón duro y suave y desde el siglo XIII se inició la fabricación a gran escala.
Algunos años más tarde, a través del químico francés Michel Eugène Chevreul (1786-1889), fue posible constatar que la formación del jabón era en virtud de una reacción química.
El jabón ya tuvo otros usos más allá de la limpieza, los romanos lo usaban en una mezcla con cataplasmas para tratar quemaduras y lesiones. En este momento, sólo las personas siendo homenajeadas podían bañarse con jabón.
Ahora una pregunta muy interesante: ¿Qué fue primero, el jabón o la práctica de lavado? En tiempos antiguos, el lavado de ropa se hizo de modo diferente. Hoy tenemos acceso a detergentes, suavizantes, lejías, entre otros; hace muchos años no existía nada de eso y la salida era usar artificios nada convencionales. Lo creas o no, las ropas era lavadas con orina. Eso mismo, la orina humana era empleada junto al agua para limpiar las vestimentas.
La idea tiene base científica: la orina tiene en su composición química el amoniaco, sustancia utilizada en la actualidad para la composición de blanqueadores. Gracias a la evolución de los productos que podemos disfrutar hoy con el olor de limpieza, ¡viva la modernidad!