La crisis de la esclavitud grecorromana, observada entre la III y IV, propicia las condiciones históricas para que una nueva forma de organización de orden socioeconómico fuese utilizada. La crisis en los centros urbanos, los problemas demográficos relacionados con la llegada de las invasiones bárbaras y la decadencia de la esclavitud, instaron a un proceso de ruralización de las poblaciones de la época.
Desde entonces, los feudos se convirtieron en el centro de un conjunto de prácticas culturales, instituciones políticas y relaciones económicas que denominaban el llamado feudalismo. El feudo era una unidad de producción de subsistencia agrícola, estructurado por una organización social rígida y fuertemente influenciada por los valores difundidos por el cristianismo católico.
En su organización económica, los feudos pertenecieron a los llamados señores feudales, responsables de proteger y administrar las tierras del feudo. Dividieron las tierras en mansos serviles, señoriales y comunales; el señor feudal determinaba el tiempo en que cada una de esas tierras debía ser trabajada. El trato diario con la tierra era de responsabilidad de los siervos que, a cambio de la protección y abrigo brindados por el señor feudal, trabajaban en sus tierras.
Además de trabajar en la tierra, el siervo estaba obligado a pagar una serie de impuestos que pagaban por el uso de las instalaciones y herramientas del feudo. Sujetos a los requisitos del señor feudal, los siervos se conformaron a esa relación de trabajo, pues era legitimada por la Iglesia. De acuerdo con el pensamiento cristiano, la armonía entre nobles y siervos – bajo la tutela espiritual de los clérigos – representaba un reflejo de la Santísima Trinidad pregonada por la doctrina católica.
Cuando un señor feudal no era capaz de explotar todas las posesiones bajo su dominio, solía donar parte de la tierra a un noble de categoría inferior (vasallo). En ese acuerdo, el señor de las tierras (soberano) donaba una porción de su feudo a otro noble (vasallo) que juraba defender las tierras del señor feudal. Esas relaciones de fidelidad eran juradas bajo la tutela de la Iglesia en una ceremonia llamada de consagración.
Al constatar de la descentralización política, procedente de la existencia de varios señores feudales, no podemos afirmar que la figura del rey fuera excluida en aquel momento. Durante el feudalismo, el rey tenía funciones de carácter militar. Con los poderes que le eran asignados, el rey feudal movilizó a los ejércitos de diferentes feudos, en caso de tener que enfrentar a una invasión o amenaza para los dominios feudales.
Durante su apogeo, entre los siglos V y XI, el feudalismo era el modo de organización sociopolítico más importante de la alta edad media. Con la intensificación de las actividades comerciales, el movimiento cruzadista, las consecuencias de la peste negra, el descontento entre los campesinos y la inestabilidad vivida entre los siglos XIII y XIV observamos la afirmación de una nueva configuración de las relaciones sociales y económicas a partir del surgimiento de la burguesía mercantil.