Al principio de su historia, los Estados Unidos estaban formados por las trece colonias. Para deshacerse de Inglaterra, hubo la necesidad de expansión hacia el sur y oeste. Industria y comercio fueron creciendo rápidamente, y por lo tanto hubo la necesidad de incrementar sus límites de actuación.
Al pasar el tiempo, comenzó un mayor sentido de patriotismo en el pueblo de las trece colonias. El avance del continente generaría muchas batallas contra los americanos nativos. En estas batallas, fueron exterminadas muchas naciones indígenas que vivieron durante miles de años en esas tierras. Cada vez que hubo una victoria contra el enemigo, también se reafirmó un sentido de superioridad sobre los demás pueblos. Se alimentó así el sentimiento expansionista de los invasores.
En este contexto, uno puede citar a Benjamin Franklin cuando decía: ‘Forma parte de los designios de la Providencia el extirpar a estos salvajes para dejar el espacio a los cultivadores de la tierra. Ya aniquiló todas las tribus que antes habitaron la costa’ (Wrintings (org.) J. A. Leo Lemay, Library of America, New York, 1987, p. 1.422).
El sentimiento de superioridad racial
Esta superioridad acabó transformándose con el tiempo en la ideología del Destino Manifiesto, que se realimentó y generó una idea fija de la predestinación de los estadounidenses de la época sobre los otros pueblos americanos descendientes de indígenas, hispánicos y esclavos negros. Capítulo aparte era el sentimiento de superioridad racial de los estadounidenses sobre los negros – estos, según estudiosos de la época, eran considerados un vínculo entre los animales y los seres humanos.
La ideología de América para los americanos
En 1821 el senador de Massachusetts, Edward Everett Hale (1822-1909), quiso exponer el pensamiento estadounidense acerca de sus vecinos de América Latina con la siguiente declaración: (sic) ‘Ni con todos los tratados que podamos hacer, ni con todo el dinero que prestamos podremos transformar sus Bolivares en Washington’.
Cuando los estadounidenses se refieren a sí mismos como americanos solamente repiten la frase más conocida del presidente James Monroe proferida en el congreso estadounidense en 1823: ‘América para los americanos [estadounidenses] ’. Esta línea de pensamiento fue conocida como Doctrina Monroe que es seguida hasta la actualidad.
La doctrina Monroe consistió básicamente en tres aspectos:
- 1. La no intervención en los asuntos internos de Estados Unidos por los países europeos.
- 2. La no creación de nuevas colonias de países europeos en América.
- 3. La no intervención de los Estados Unidos en conflictos ajenos a países europeos como las guerras entre estos países y sus colonias.