El sacerdote del chamanismo es el chamán, que generalmente entra en trance en rituales chamánicos, manifestando poderes inusuales, invocando espíritus y haciendo uso de productos psicoactivos. Se vale de objetos rituales, del propio cuerpo o del cuerpo de asistentes y pacientes. La comunicación con estos aspectos sutiles de la vida puede procesarse a través de estados alterados de la conciencia. Esos estados son alcanzados a través de ritmos de tambor, bailes y hasta hierbas enteógenas.
Las variaciones culturales son muchas pero, en general, el chamán puede ser hombre o mujer, dependiendo de la cultura y muchas veces hay en la historia personal de ese individuo un desafío, como una enfermedad física o mental, que se configura como una vocación. Después de ello hay una larga preparación, un aprendizaje sobre plantas medicinales y otros métodos de sanación y sobre técnicas para alcanzar el estado alterado de conciencia y formas de protegerse contra el descontrol.
El chamán es considerado como un conocedor de la naturaleza humana, tanto física como psíquicamente.
Entre los manchúes y los tungues la tradición de los chamanes acostumbra a ser hecha de abuelo a nieto, pues el hijo se encarga de proveer las necesidades del padre, eso en el caso de los ambas aman (chamanes del clan). Los chamanes independientes siguen su propia vocación. El reconocimiento como chamán solo puede ser hecho por la comunidad entera después de una prueba de iniciación. Las referencias a disturbios psicológicos (especialmente en el proceso de formación) el ideal de un chamán es un hombre serio, que sabe convencer a su entorno, no presuntuoso ni colérico. Entre los kazak-quirguizes, el baqça, guardián de las tradiciones religiosas es también cantante, poeta, músico, adivino, sacerdote y médico.
Tal vez las experiencias del sufrimiento antes de la iniciación o las experiencias de la posesión de chamán sean confundidas con individuos portadores de trastorno mental, como epilepsia, histeria y psicosis. Lévi-Strauss cita los estudios de Nadel y Mauss en la introducción a la obra de Marcel Mauss afirmando que existe una relación entre las alteraciones patológicas y las conductas chamanísticas, pero que consiste menos en una asimilación de las segundas a los primeros, más que en la necesidad de definir los disturbios patológicos en función de las conductas chamanísticas. Afirma también, basándose en estudios comparativos, que la frecuencia de las neurosis y las psicosis parecen aumentar en las regiones sin chamanismo y que el chamanismo puede desempeñar un papel doble frente a las disposiciones psicopáticas: explorándolas, por un lado, pero, por otro, canalizándolas y estabilizándolas.