La doctrina keynesiana es una teoría económica que ganó prominencia en la década de 1930, en el momento en que el capitalismo estaba viviendo una de sus más graves crisis. En ese momento, las naciones capitalistas administraban el campo económico sobre la base de las teorías establecidas del liberalismo clásico, la doctrina económica que defendía la idea de que el desarrollo económico de una nación está ligado a un principio de no intervención en la economía.
De hecho, la propuesta keynesiana tiene como punto central la revisión iniciada por el teórico liberal Adam Smith, especialmente en relación con las nuevas configuraciones adoptadas por la economía capitalista. El principal responsable de este ejercicio de revisión del liberalismo fue el economista británico John Maynard Keynes, quien en su “Teoría General del Empleo, del Interés y del Dinero” estableció los fundamentos de la teoría económica que lleva su nombre.
De acuerdo al pensamiento keynesiano, la premisa fundamental para entender la economía estaba en la simple observación de los niveles de consumo e inversión por parte del gobierno, las empresas y los propios consumidores. En base a este principio, la doctrina keynesiana apunta que en el momento en que las empresas tienden a invertir menos, se inicia todo un proceso de contracción económica que abre las puertas al establecimiento de una crisis.
Así, por esta situación que debe evitarse, el keynesianismo defiende la necesidad de que los Estados traten formas de contener el desequilibrio en la economía. Entre otras medidas, los gobiernos deberían poner en práctica los grandes envíos de capital en inversiones que permitan impulsar la economía en general. Al mismo tiempo, es fundamental que el gobierno también otorgue créditos a bajo costo, con garantía de realizar inversiones en el sector privado.
Promoviendo estas medidas de incentivo, los niveles de empleo aumentarían y, en consecuencia, garantizan que el mercado consumidor de esa sustentación real a toda esa aplicación de recursos. De esa manera, el pensamiento manejado por Keynes transformaba radicalmente el papel del Estado frente a la economía, colocando en total descrédito las viejas perspectivas del ‘laissez faire’ liberal.
Sólo a partir de la década de 1970, las nuevas corrientes del pensamiento económico lucharon contra los principios del pensamiento keynesiano. En ese momento, la reducción de los altos niveles de desarrollo alcanzado en las dos décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial pusieron a tambalear la teoría de John M. Keynes. Por lo tanto, las perspectivas de los teóricos liberales de la escuela monetarista de Chicago ganaron prominencia en el pensamiento económico capitalista en adelante.